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LA REVISTA DEL PERONISMO LIBERAL Colección Noviembre 2009- Febrero 2011

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29 may 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Fin de fiesta
por Jorge Raventos

Antes aún de que se apagaran los ecos de la multitudinaria conmemoración del segundo centenario de la Revolución de Mayo ya había comenzado a difundirse la idea de que el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner capitalizaría los efectos de la masiva celebración.

Lo notable no es que desde el poder se aliente esa ilusión, sino que muchos de sus adversarios compren el camelo. Es casi fatal que el poder termine engatusado por sus propios cuentos, engañado por sus propios espejismos. ¿No creían acaso los tres comandantes de la Junta que podrían capitalizar políticamente los festejos por el triunfo futbolístico en el Mundial de 1978? ¿No supuso el general Galtieri que el entusiasmo popular por la prometida recuperación de las Islas Malvinas era un homenaje a su propio perfil “majestuoso” o al conjunto de la tiranía castrense? El hecho de que este oficialismo no vista uniforme no impide que se embriague con idénticos elixires. Esa borrachera no es cuestión de sastrería.

El significado de lo que ocurrió en la masiva, abigarrada conmemoración del Bicentenario es político. Pero no faccioso. Precisamente el conflicto entre patria y facción es lo que clausura los intentos de capitalización. La sociedad, por encima y a través de sus diferencias y matices, celebró la identidad común, la tradición común, los símbolos comunes y la expectativa común de convivir en respeto y concordia. Lo hizo en la práctica: millones de personas se concentraron y desconcentraron con perfecta disciplina y sin incidentes; marcharon, se detuvieron, conversaron y observaron con las manos en las manos de sus hijos y no en palos o garrotes, a cara descubierta, sin máscaras. Llegaron y se fueron por sus propios medios. Sabían qué buscaban y qué querían. Vivaron el desfile de sus soldados y se extrañaron de que no estuviera presente quien constitucionalmente ejerce la suprema comandancia de las Fuerzas; aplaudieron con orgullo argentino el espectáculo del Teatro Colón y su restauración. Les resultaba secundario en ese instante que ese logro se le acreditara al gobierno de Mauricio Macri. Porque todo se miraba y se veía desde la óptica nacional del festejo histórico de la Argentina. El teatro, y el desfile, y los espectáculos.

El mexicano Octavio Paz ha escrito párrafos luminosos sobre el sentido de la fiesta. En la fiesta, señala el gran mexicano, “la sociedad comulga consigo misma”. (…) “el tiempo suspende su carrera, hace un alto y en lugar de empujarnos hacia un mañana siempre inalcanzable y mentiroso, nos ofrece un presente redondo y perfecto (…) lo importante es salir, abrirse paso, embriagarse de ruido, de gente, de color (…) todo pasa como si no fuera cierto, como en los sueños”. Para Paz, al alcanzar la representatividad e intensidad (magnificada en el caso del Bicentenario, por la enorme masividad) la fiesta se inscribe “en la órbita de lo sagrado, la fiesta es ante todo el advenimiento de lo insólito”.

Sin embargo, en la fiesta en la que Paz centra su atención, lo insólito está asociado al desorden y al desenfreno: “La fiesta es una Revuelta, en el sentido literal de la palabra. En la confusión que engendra, la sociedad se disuelve, se ahoga, en tanto que organismo regido conforme a ciertas reglas y principios. Pero se ahoga en sí misma, en su caos o libertad original”. Acá, con el Bicentenario, por el contrario, lo insólito fue el orden. La revuelta del segundo centenario fue una enorme multitud festejando sin desenfreno, cumpliendo las funciones de la fiesta, insolitamente, a la inversa del desorden de las instituciones oficiales y las organizaciones que caotizan y mezclan habitualmente “el bien con el mal, el día con la noche, lo santo con lo maldito.“

El significado político de la fiesta del Bicentenario reside en el mensaje que surge de su propia práctica: podemos vivir juntos sin agredirnos, robarnos ni
matarnos aunque al mismo tiempo haya algunos, en otra esfera, que se agreden, se roban e intentan dañarse. Podemos crear y construir y reconstruir y festejar esas obras, en cambio de celebrar el caos, la violencia y la destrucción.

Pero si la fiesta popular roza lo sagrado, no tiene en cambio poderes milagrosos. Por eso es lamentablemente improbable que se consume otro embeleco que nació cuando se apagaron las luces: la idea de que “la atmósfera de unidad” de la calle podría traducirse en términos inmediatos en un final de las hostilidades, contradicciones y tensiones que atraviesan la Argentina. Inflar esa quimera es garantizar una profunda decepción a corto plazo. Así como el espíritu que se manifestó en la fiesta no es capitalizable desde lo faccioso, tampoco es realizable en la lógica cotidiana de la vida política sin el trabajo previo de derrotar lo faccioso con tanta contundencia como para impedirle cualquier posibilidad práctica de conspirar contra la lógica de concordia y convivencia, de acuerdo en la diferencia, de pluralidad abierta, de honestidad y paz. Esa misión implica un esfuerzo.

Lo faccioso mantiene obstinadamente su ofensiva y se manifiesta de forma variada y en distintos campos, aunque enlazado por una lógica subterránea.


Ciertos comportamientos en la órbita de la Justicia parecerían indicar que hay magistrados que actúan con un criterio ideológico de “justicia revolucionaria” antes que con el criterio de la justicia constitucional. Esos magistrados juzgan hechos que ya han sido juzgados o califican delitos con leyes que no existían al momento de los hechos que se analizan. En una atmósfera tribunalicia en la que durante algún tiempo hubo una verdadera inflación verbal de “garantismo” jurídico, muchos ciudadanos ven pisoteadas sus garantías en la realidad sin que el garantismo patentado parezca mosquearse. La persecución de que fueron objeto los hijos adoptivos (mayores de edad) de la señora Ernestina Herrera de Noble, propietaria del diario Clarín, con una orden judicial que estipulaba que se les secuestrara en la vía pública la ropa interior que llevaban puesta sería en sí misma una insólita demostración de arbitrariedad si no estuviera además agravada por la cínica invocación de que esa agresión se realiza para defender derechos de esos mismos jóvenes. “Nos dicen que es a nosotros que quieren cuidar, que nosotros somos las víctimas, que quieren cuidar que nosotros no tengamos ninguna clase de sufrimiento –se quejó, con sensatez Felipe Noble Herrera-, y de hecho nos están exponiendo, porque nosotros nos tuvimos que sacar la ropa ante siete personas. ¿Dónde está el cuidado de la víctima, dónde están nuestros derechos?”

La atmósfera bicentenaria, la de la fiesta que ya acabó, no modificó el espíritu bélico que se observa detrás de la conducta de la jueza federal que tomó esas decisiones. Quizás aquella atmósfera consiga traducirse mejor en algunos juzgados en el momento en que el Congreso asuma la tarea pendiente de modificar el Consejo de la Magistratura.

El espíritu de la fiesta bicentenaria necesita esfuerzo para terminar reflejándose en justicia y honestidad. Algunos magistrados van desplegando ese esfuerzo: por eso se han juntado ya muchos elementos y evidencias en causas que afectan a personajes del poder: desde el asunto de los medicamento falsificados hasta los créditos fraguados de la ONCCA, los negocios raros con Venezuela o el enriquecimiento del ex secretario de Transporte.

La revelación de esta semana fue, de todos modos, la del ministro de Economía de Santa Cruz, Diego Robles, quien aseguró que esa provincia había consumido totalmente los llamados “fondos de Santa Cruz”, aquella fabulosa suma que empezó a amasarse con los más de 500 millones de dólares que Néstor Kirchner recibió de la presidencia de Carlos Menem y que luego sacó del país. Nunca hubo cuentas claras, ni información fechaciente sobre ese dinero, los destinos que siguió ni los réditos que rindió y los montos y fechas de los retiros efectuados. El jueves se supo que ya no existían más los fondos. Para sorpresa de la provincia, el país y el mundo, en pocas horas el ministro Robles se rectificó, dijo que algo quedaba: 200 millones de dólares. ¡Un olvido de 200 millones de dólares! Se ve que en la provincia de los Kirchner no se fijan en plata chica. En cualquier caso, la imprecisión de Robles (o su primitiva precisión), es una muestra de que hay muchos temas de dinero en la Argentina de hoy que requieren detalles e información.

En fin, la maravillosa fiesta del segundo centenario se acabó. Por ahora sigue una fiesta en la que sólo pocos se divierten. Será así hasta que las tareas que dejó como mandato el espíritu del Bicentenario se concreten, se encarnen, y las calles vuelvan a estar llenas de argentinos festejando la patria, la convivencia, la unión nacional, la justicia y el eclipse de los odios facciosos.

26 may 2010

LA SECRETARÍA DE CULTURA Y EL RETROPROGRESISMO

por Claudio Chaves

El Secretario de Cultura de un Estado -cualesquiera fuera este- ¿debe expresar el cosmos ideólogo del gobierno de turno o debiera intentar una síntesis de las distintas corrientes del pensamiento político y cultural de la nación, integrando en un haz las diferencias? Más allá de la respuesta que este interrogante merece lo cierto es que en la Argentina jamás ocurrió y los funcionarios que ocuparon dicho cargo han sido la expresión del gobierno de turno y el señor Jorge Coscia no es una excepción a la regla.

Confirmado esto el resultado es que las declaraciones del cineasta al diario La Nación, el 23 de mayo, traducen el imaginario cultural del gobierno y sus amigos. Tanto porque el Secretario de Cultura ha captado con inteligencia e intuición lo que el poder político necesita o porque pone en palabras lo que alborota inconsciente en la cabeza de los que gobiernan o sencillamente porque es lo que piensa Sea por estas razones u otras vale la pena aproximarse a sus dichos.

El artículo de marras es una mirada política de mayo de 1810 y una referencia al 2010.Estableciendo continuidades y rupturas.

De 1810 nos dice que “la revolución se construyó contra el pasado colonial. Si todo estaba por hacerse nada de lo que atrás se dejaba podía ser insumo para lo que pretendía construirse. La tradición y la herencia fueron para los revolucionarios pesadas mochilas de las que había de desprenderse lo más rápido posible

¿Fue la Revolución de Mayo una construcción contra el pasado y la tradición y la herencia pesadas mochilas de las cuales había que desprenderse?

Cuesta aceptar esta interpretación especialmente cuando uno estudia aquellos acontecimientos. La Revolución de mayo fue uno de los tantos movimientos juntistas americanos que marcharon a la par del juntismo español. No fue para romper con España que ocurrieron sino para acompañar al movimiento popular español y sumarnos a él. Decía Moreno en la Gazeta del 11 de octubre de 1810 que los pueblos americanos son “tan libres como los pueblos de la Península y deben creerse con iguales facultades que aquellos; y si pudieron formar juntas, y separar a sus magistrados las capitales de España, no puede negarse igual autoridad a las de América” en una palabra nuestra inspiración revolucionaria estaba en la península. Estábamos al lado de la España popular y en contra de la España absolutista. Los ideólogos de la España juntista fueron los antiguos funcionarios de Carlos III, bien españoles y buenos liberales como Jovellanos, Campomanes, Floridablanca y Manuel José Quintana. Jovellanos de manera especial maestro en el pensamiento de Mariano Moreno. De manera que no hay ruptura sino continuidad con la España liberal y popular. Podría agregar que los más importantes intelectuales argentinos del siglo XIX y del XX han sido aquellos que reconocieron en España una herencia y una tradición.

Ha sido el mitrismo y la izquierda cosmopolita los que siempre han hablado el lenguaje de la ruptura. El filósofo del kirchnerismo José P. Feinmann insiste con esos argumentos desde su programa en canal Encuentro al afirmar que sido la influencia de la ilustración francesa, del jacobinismo y de Rousseau las que actuaron sobre Moreno sin imaginar o pensar en la influencia liberal española a través de Jovellanos, la fisiocracia de esa nación y la religión católica los inspiradores del pensamiento de Moreno.

Ruptura o amor francés, continuidad o amor a España en esos extremos está planteada la controversia.

En la inflexibilidad y rigidez de Moreno han visto a Robespierre y al mismo Rousseau, en vez de observar que su severidad respondía más a una moral extrema de un catolicismo militante que al jacobinismo francés. Cuando uno lee las cartas de María Guadalupe Cuenca a su esposo, Mariano Moreno, lo que llama poderosamente la atención es que al hablar de su hijo siempre hace mención a sus progresos en el conocimiento del catecismo y al avance en su fe cristiana. No hay que olvidar, por otro lado, que tanto Moreno como su mujer abandonaron la vocación religiosa por el amor que los unió.

¡A que mentar el demonio jacobino en la casa de Dios!


EL RETROPROGRESISMO


Sobre el final de la nota el Secretario de Cultura kirchnerista desnuda la esencia del pensamiento progre que hoy nos gobierna. Allí dice:

Por el contrario el lenguaje político que reabrimos del 2003 a la fecha tiene en el pasado, no tan lejano, un punto de ineludible referencia

Luego de hacer la crónica de los daños de la dictadura militar, de los noventa y del neoliberalismo concluye que “el pasado ha sido mejor por eso el afán del gobierno de recuperar los niveles de movilidad social que la Argentina supo tener hacia mediados de los setenta. Sabemos que el tiempo no puede volver atrás. Pero innovamos recomponiendo

Y aquí está en esencia el pensamiento del retro progresismo avanzan retrocediendo. Su horizonte es el pasado. O para utilizar una palabra a la que Coscia no se anima son “la restauración

Bueno… si este es el mecanismo podrían retroceder a la década del 40’ cuando los guarismos sociales eran todavía mejores. O más, aún, al paraíso terrenal.

Proyectando su visión al mundo es como si la Europa sumergida hoy en una crisis gigantesca buscara en la edad de oro, al decir de Hobsbawam, la solución a sus problemas.

Los relojes del progresismo argentino se han detenido hace tiempo.

22 may 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Bicentenario: entre el sainete y el drama
por Jorge Raventos


Dos siglos atrás, en un mayo un poco más lluvioso que el actual, con el respaldo activo del popolo grasso (la “gente decente”) de la Ciudad de Buenos Aires, la mirada lejana del pueblo de las orillas y la aún más distante de las provincias, se establecía la Primera Junta de gobierno autónoma en el Virreinato del Río de la Plata. Autónoma pero no independiente de España; por el contrario, invocaba la autoridad del rey Fernando VII, cautivo de Bonaparte. La independencia sería el fruto de un proceso cruzado por la guerra.

La representatividad de aquella Junta era local; ese gobierno duraría pocos meses, sería reemplazado en diciembre por la Junta Grande, constituida ya con representantes de las provincias. En abril de 1811, la autoridad de la Junta Grande (cuestionada por sectores jacobinos que preferían la junta chica) sería respaldada por una gran manifestación de los quinteros y trabajadores humildes de los bordes de la ciudad, encabezada por el secretario de Cornelio Saavedra, Joaquín Campana, y sostenida por los regimientos militares. El país nació del conflicto (mundial: debilitamiento del poder español por la doble circunstancia de la invasión francesa a su territorio y por competencia británica en los mares) y nació sumido en conflictos propios.

El inicio de aquel proceso que concluiría con el desmembramiento del Virreinato (si se quiere, de su sucesión autónoma: las Provincias Unidas del Río de La Plata) y la construcción de varios estados separados e independientes (de España y entre sí), es lo que se celebra en estos días en los fastos del Bicentenario.

Los festejos oficiales incluyen una buena porción de conflictos, pero si los de dos siglos atrás formaban parte de la volcánica energía que acompaña la erupción dramática de identidades y nacionalidades, los actuales tienen más bien el formato bufo del sainete y el aire enrarecido de la decadencia.

La cena oficial que ofrecerá el Poder Ejecutivo en el Salón Blanco de la Casa Rosada no contará con la presencia del vicepresidente Julio Cobos. Tampoco con la de los ex presidentes electos democráticamente. “Las razones de estos giros, que serían caricaturescos si no afectaran la vida pública, responden a lo peor del estilo político nacional –escribió Beatriz Sarlo en La Nación-. A la comida que se realizará en la Casa de Gobierno asistirá un solo ex presidente, Néstor Kirchner. La exclusión de los presidentes Menem, De la Rúa y Duhalde, así como la del actual vicepresidente, es un dato insólito: no se invita a la gente por su balance de gobierno, sino por la investidura que ejercieron”. Con el rasero de la presidente, si Raúl Alfonsín viviera aún, no habría sido invitado. La señora de Kirchner parece concebir que su alto cargo no es una misión que exige responsabilidad y comportamientos rigurosos, sino una patente que la habilita a actuar de acuerdo a veleidades personales.

Con la misma falta de ponderación de sus deberes, la presidente decidió no asistir a la tradicional función de gala del Teatro Colón, que esta vez implica además su reinaguración, tras una costosa y extensa obra que el gobierno de la Ciudad de Buenos concluyó en tiempo y forma. De hecho, se trata de la obra más significativa y emblemática relacionada con esta celebración.

Es cierto que en este caso, como apunta Sarlo, “encontró a alguien que se comportó de modo igualmente egocéntrico y arbitrario, alguien que trasladó sus quejas al escenario de la fiesta patriótica”. El jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma le ofreció una excusa a la señora de Kirchner cuando, tras invitarla a la función que organiza el gobierno porteño, declaró públicamente que "si va con su marido habrá que sentarse al lado, pero no me pone contento”. Una vez más, Beatriz Sarlo recortó el hecho con precisión: Macri –dijo- “hablando como jefe de gobierno, no debe declarar que no estará contento al recibir en el Teatro Colón, el 25 de Mayo, al marido de la Presidenta. Nadie le pide que diga que sentarse al lado de Néstor Kirchner fue su sueño. Nadie le pide que exagere un tenor amistoso que no siente. Simplemente, un político en funciones de gobierno se calla la boca.”

Hay de todos modos una diferencia entre la inhospitalaria frase del jefe de gobierno y la decisión de la señora de Kirchner. Macri señaló que una situación le resultaba incómoda pero adelantó que, como hecho, se resignaría a esa incomodidad; y no dejó de invitar a la presidente y a su esposo.. La señora, en cambio, respondió con palabras (calificó, injustamente, de hipócrita la actitud de Macri que, por el contrario, podría juzgarse de inoportunamente franca) y también con el hecho de la inasistencia. Es el hecho lo que – como en el caso de la no invitación a Cobos y a los ex presidentes- la califica (o descalifica).

Estos chisporroteos polémicos de líderes autorreferenciales y caprichosos son expresiones de una crispación que recorre íntimamente las celebraciones del Segundo Centenario. No debería ser una sorpresa: esa atmósfera nerviosa y confrontativa es la que ha reinado hasta ahora y no será una fiesta la que produzca el milagro de modificarla.

A principios de la semana del Bicentenario, un numeroso grupo de abogados de la Ciudad de Buenos Aires se dirigió al Presidente de la Corte Suprema a través de una solicitada en la que evocó ese clima de enfrentamiento y ensañamiento: “A nuestra Asociación le preocupa, señor Presidente, la situación actual de injusticia y enemistad interna, que también –seguramente- desvela al alto Tribunal”. Alarmados por las consecuencias sobre la administración de justicia de una tensión que se remonta a la década del 70 del siglo pasado, los abogados apuntaron que “a nosotros nos mueve nuestro deber irrevocable de abogados, y nuestra obligación primaria de ciudadanos, por la Justicia y la Concordia. No exaltamos retrospectivamente los crímenes de unos u otros, ni propiciamos repetir hoy las demasías de ayer, como esos grupos de presión que, convertidos en parásitos de la curia, lo hacen a diario. No intentamos, tampoco, legalizar en actas judiciales una versión sagrada de la historia, haciendo que los jueces no juzguen personas sino que juzguen el pasado, como también oímos repetir diariamente. Queremos recuperar un derecho que dé a cada uno lo suyo, sin negar a nadie, por razones ideológicas, lo suyo correspondiente, y queremos recuperar la paz interior para poder, con espíritu de misericordia, acariciar cada herida del pasado y retirar la mano seca, en lugar de dejarlas sangrar a designio”.

La palabra concordia, que pudo haber otorgado un sello de unidad nacional a la ocasión del Bicentenario, estará ausente de los actos oficiales, que han preferido una mirada facciosa, inspirada en la idea de una sociedad dividida entre justos y réprobos, donde los políticos que ejercen el poder comandan a aquellos y están llamados a distribuir absoluciones y castigos.

Sin embargo, aunque en la retórica y el pensamiento del poder el concepto de concordia (tanto como su práctica) esté ausente, en la sociedad empiezan a detectarse señales de búsqueda de esa mirada. Las encuestas muestran el crecimiento de esa expectativa tanto como el incremento en imagen positiva de los dirigentes que despliegan ese mensaje: entre los radicales, tanto Julio Cobos como Ricardo Alfonsín parecen encarnar ese talante. En el peronismo, la prédica a favor de acuerdos básicos de convivencia y políticas de estado proyectadas al futuro en que se ha empeñado Eduardo Duhalde se refleja ya en un marcado descenso de los reparos que antes había sobre él y en un parejo ascenso de su imagen.

La sostenida (y cada día más costosa) acción de propaganda del gobierno no consigue prevalecer frente a esas tendencias de fondo. La opinión pública, en una proporción muy amplia, ha tomado distancia del gobierno y está a la búsqueda de figuras y valores que estén en las antípodas de lo que el oficialismo representa. Muchos actores de lo que el gobierno considera “propia tropa” evalúan modos de toma de distancia del sistema K.

En la actualidad, los gremios no lo hacen tanto por especulaciones electorales (que todavía observan lejanas), como por motivos propios: la distribución del ingreso se ha vuelto regresivo para la mayoría de los trabajadores, incluso para la mayoría de los trabajadores asalariados formales. Cuatro de cada diez trabajadores se desempeñan en el sector informal de la economía y están, así, como los últimos orejones del tarro del ingreso salarial. De los otros 6, sólo un 20 por ciento cobra salarios importantes, que oscilan entre 5 y 6.000 pesos mensuales. Ese sector vendría a representar en la actualidad a lo que antiguamente se conocía como aristocracia sindical: pertenecen a gremios que, sea porque están colocados de actividades de alta productividad o porque son contenidos por organizaciones políticamente ligadas al sistema de poder kirchnerista, reciben ingresos hasta cinco veces mayores que el resto de la masa trabajadora.
En esa situación de privilegio relativo se encuentran, por caso, camioneros o mineros. Según la consultora Equis, una empresa especializada cercana al oficialismo, el 20 por ciento de los trabajadores privados, vinculados a esos sectores “aristocráticos” capta la mitad de la masa salarial global, mientras el quintil inferior del sector asalariado recibe diez veces menos.

La diferencia distributiva en el seno de la masa de asalariados también es significativa desde una visión territorial. La consultora que conduce Rogelio Frigerio, Economía y Regiones, apunta por caso que mientras el salario privado promedio en Santa Cruz (la provincia emblemática del poder kirchnerista) es de casi 7.000 pesos mensuales, en la provincia de Santiago del Estero a gatas alcanza a los 2.475 pesos.

Esa deficiencia distributiva, regional y sectorial, dependiente de la productividad y también de la presión política, funciona en estos días como motor de una carrera por incrementos de sueldo en las negociaciones paritarias. Los analistas consideran que esa puja tendrá influencia sobre la marcha de la inflación, aunque seguramente la principal fuente inflacionaria residirá en las dificultades del Estado para financiar un gasto creciente. Las ilusiones vendidas por el ministro de economía, amado Boudou, en el sentido de que la Argentina accedería a financiamiento barato razonable merced al canje de deuda que él promovió, parecen destinadas a una frustración.
El diputado Claudio Lozano, uno de los líderes de “Proyecto Sur”, el movimiento que encabeza Fernando Solanas, consideró que "el canje de deuda fracasa estrepitosamente” porque “era desde un comienzo una política equivocada y sinsentido, en un contexto donde el mundo en términos financieros se estaba cayendo a pedazos". Para Lozano la negociación y el canje constituyen “un negociado absolutamente escandaloso" en el que “determinados actores a precios de remate los bonos de la deuda argentina" obteniendo "un 80 por ciento de ganancia en dólares". El canje, sin embargo no redundará, como anunciaba Boudou, en acceso a créditos razonables. La Argentina sigue al margen del mercado de crédito y gasta por encima de sus ingresos.

Los gremios se defienden de la inflación pasada, no convalidada por el INDEC, y también de la futura, a la que contribuyen de todos modos con su puja por ingresos. El gobierno está débil frente a los gremios. También se lo ve débil ante la Justicia, más allá de que aún pueda conseguir que magistrados cautivos procesen a sus adversarios. Conviene observar la reciente sentencia de la Corte suprema sobre decretos de necesidad y urgencia. Ese fallo, referido a un DNU de tiempos en que Eduardo Duhalde presidía el país, se proyecta al futuro. Y no sólo en lo específico, es decir, en la puntualización de que para que esos decretos tengan validez “deben existir circunstancias especiales, como que las Cámaras del Congreso no puedan reunirse por circunstancias de fuerza mayor,” o cuando el conflicto "sea de una urgencia tal que deba ser solucionada inmediatamente, en un plazo incompatible con el que demanda el trámite normal de las leyes". Ya esos condicionamientos restringen la posibilidad de que el Poder Ejecutivo decida legislar en lugar del Congreso. De hecho, si este fallo hubiera existido unos meses atrás, hay DNU firmados por la señora de Kirchner que habrían caído en la zona de la invalidez.
De todos modos, el fallo de la Corte tiene un alcance si se quiere más significativo. El alto tribunal indica a través de él una decisión de actuar en determinados asuntos como tribunal constitucional, un rol que hasta ahora venía esquivando. Esa función puede volverse especialmente relevante en la discusión sobre la ley kirchnerista de medios, que toca varios puntos de jerarquía constitucional. Hasta el momento, desde fines del 2009, pese a sus denodados esfuerzos, el gobierno no ha conseguido que se aplique esa ley que hizo aprobar a los restos de aquel Congreso-escribanía que le funcionó durante seis años.

El inicio del Bicentenario, un fasto que encontrará su conclusión y perfeccionamiento en 2016, proyecta por ahora sombras de conflicto y debilidad política, del gobierno y de la oposición; de superficialidades, caprichos, tensiones e inquietantes pesquisas sobre corrupción. La Argentina ha conocido otros momentos de vacilación, crispación y decadencia de los que supo salir con la activa pasión de sus ciudadanos. Hace falta que ese mecanismo de control político esté en marcha y en capacidad de imponer condiciones antes de que las normas para votar y contar los votos el año próximo queden en manos de los pícaros.

15 may 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Cómo ganar amigos
por Jorge Raventos

Hoy, domingo, la señora de Kirchner emprende vuelo oficial hacia España, donde asistirá a la VI Cumbre Unión Europea, América Latina y el Caribe y participará de negociaciones entre la UE y el Mercosur, cuya presidencia pro tempore ella ejerce por unas semanas más.

En rigor, el viaje no parece demasiado coordinado con las acciones de su gobierno. Las restricciones a la importación que ha impuesto (de palabra, como en otras ocasiones) el secretario de Comercio Guillermo Moreno ya provocaron, en vísperas del vuelo de la dama, protestas de los países de la Unión Europea. Y también de los socios del Mercosur, empezando por el mayor, Brasil.

Las tensiones comerciales se agregan a las que Argentina ya mantiene con China (trabas a la importación de zapatos y tubos de acero de la República Popular determinaron, como apenas disimulada represalia de Beijing, el freno total al ingreso a China de aceite de soja; en 2009 Argentina vendió a China casi dos millones de toneladas de ese aceite, por valor de 1,400 millones de dólares).

Desde su privilegiado mirador, el secretario de Comercio, que supo trabar la exportación de carnes con el objetivo (lamentablemente malogrado) de evitar que su precio aumentara en el mercado doméstico, ha ponderado ahora la necesidad de evitar que se vendan en país alimentos y otros productos de origen extranjero “que se producen en la Argentina”. Para eso, no autoriza certificados para el ingreso de alimentos que el país habitualmente importa. Al parecer Moreno cuenta con el respaldo fervoroso del ex presidente Néstor Kirchner y ha sido avalado también por la esposa de éste, que ratificó esa política ante la conducción de la CGT.

¿Habrán evaluado las consecuencias de esas medidas? El gobierno nunca se arredró por el aislamiento internacional y siempre que actuó en ese terreno lo hizo con algún objetivo de política interna. En este caso, a los observadores les cuesta ver cuál puede ser el rédito interno buscado. Argentina exporta alimentos y bebidas por 12.000 millones de dólares al año en productos procesados, e importa por 900 millones, según la COPAL, la entidad que agrupa alas industrias alimentarias. Las importaciones de alimentos no tienen peso suficiente como para incidir decisivamente en los grandes números del comercio exterior, pero las medidas ya impulsadas por Moreno están provocando desabastecimiento en algunos rubros (y no sólo en los que atienden a mercados elitistas).

Los europeos, anoticiados de las restricciones, advirtieron que "tales restricciones, de concretarse, serían incompatibles con la normativa de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y con los compromisos adquiridos por Argentina en el marco del G-20". Exhortaron al gobierno de la señora de Kirchner “a no implementar las medidas anunciadas" y ella volverá a escuchar estas objeciones durante su estadía en España.

En el vecindario sudamericano las quejas no fueron menos audibles. Las medidas conversadas por Moreno afectan a paraguayos y a uruguayos, pero en mayor medida a Brasil. Uruguay colocó en Argentina poco más de 8 millones de dólares en alimentos durante 2009. Brasil, en cambio, colocó en el mismo rubro mercancías por unos 500 millones de dólares.

Las trabas argentinas tienden a fortalecer la corriente mercosur-escéptica que crece en la burguesía industrial brasilera y que se expresa políticamente en las objeciones sobre el bloque expresadas por José Serra, el candidato presidencial que hasta el momento prevalece en las encuestas. Un mes atrás, Serra definía al Mercosur como “una farsa” y “un obstáculo”. Ahora plantea la necesidad de “flexibilizar el bloque”. Es obvio que las restricciones al comercio alentadas por el gobierno K tienden a confirmar las mayores objeciones del socio brasilero. En ese sentido, la reacción del país vecino se hizo oir a coro. El canciller de Lula, Celso Amorim, instruyó a la embajada de su país en Buenos Aires a manifestar la "preocupación" de su país ante la perspectiva de la aplicación de barreras comerciales. Y la candidata oficialista a la presidencia, Dilma Rousseff, planteó que “una medida tan agresiva como esta contra Brasil tiene que ser respondida y el primer paso es tener una posición firme, muy fuerte". La candidata de Lula Da Silva puntualizó que "por la OMC y por el Mercosur existe la posibilidad de tomar represalias”.

Rodeada por estos socios y por los anfitriones europeos, la señora de Kirchner deberá cargar la mochila de esos antecedentes y parecer creíble ante una agenda que plantea la negociación de un acuerdo de libre comercio "comprensivo y equilibrado" entre el Mercosur y la Unión Europea. Esa negociación se encuentra estancado desde principios de siglo. Con ese antecdente y estas realidades, todo hace suponer que las actuales conversaciones no superarán el nivel de te y simpatía.

El empeñamiento protocolar de la señora de Kirchner y su jerarquía pro tempore en estas reuniones no deberían prestarse a confusión: el país se encuen tra internacionalmente extraviado y enfrentado con actores protagónicos del comercio regional y mundial.

La lógica del gobierno y su discurso apuntan exclusivamente al público interno y a la creación de la atmósfera de la escena final. Las figuras estelares excluyentes del gobierno aspiran a que el epílogo de una gestión que ya supera los seis años no esté signado (como ominosamente sugieren versiones, investigaciones periodísticas y, lo que es más inquietante, pesquisas y medidas judiciales) por escándalos y denuncias sobre negocios venezolanos, remedios adulterados y “capitalismo de amigos”, sino por un relato más benigno, con algunos brochazos épicos y con una red de respaldos que supere el 20 por ciento que hoy le conceden las encuestas. Se trata de objetivos más acotados que los que se planteaban hace algunos meses, cuando hasta muchos de sus rivales creían realista un ciclo kirchnerista de cuatro mandatos. Ahora el realismo se ha vuelto un poco más severo y las quimeras oficiales bastante más resignadas. Por ahora el oficialismo retiene fuerzas suficientes para conseguir que sólo haya procesados en la periferia de sus amistades y que empiece a haberlos entre sus adversarios más importantes. Se verá lo que depara el futuro próximo.

10 may 2010

DESCENTRALIZACIÓN: LA LLAVE DE LA NUEVA ECONOMÍA

por Diana Ferraro

Mientras se resuelve la intrincada situación político-judicial por la cual atraviesan gobierno y oposición y se abren los caminos para los nuevos liderazgos, conviene examinar de cerca algunos de los problemas que se deberán enfrentar, sea quién sea quien gobierne en el futuro.

La discusión sobre los temas macroeconómicos tiene una amplia difusión en la mayoría de los diarios opositores al actual gobierno y, específicamente en la didáctica página de Domingo Cavallo, se pueden encontrar las ideas sobre macroeconomía que expresan la verdadera oposición a este gobierno, con todo el rigor intelectual que los argentinos más serios pretenden.

Existen, sin embargo, otros temas que aún no han llegado a la discusión pública y que deberían ser, desde ahora, considerados por todos los dirigentes del espacio peronista-liberal e incluidos y estudiados en los futuros programas de gobierno. El más importante es el que se refiere a la descentralización como concepto clave en la construcción de una nueva administración pública más eficaz en el aprovechamiento de los recursos y más eficiente en la provisión de servicios.

En los últimos años y a punto de celebrar nuestro Bicentenario, a través de la lucha de los productores agropecuarios -- esa campiña opuesta a la ciudad pero por fin acompañada por ésta, históricamente su principal beneficiaria— los argentinos hemos por fin cabalmente comprendido y hecho nuestro el concepto de federalismo. La verdadera razón de la caída de los Kirchner no ha sido ni será su política socialdemócrata sino su exacerbado centralismo fiscal sin el cual no tendrían el menor poder. Los argentinos, observando el día a día de la política, hemos aprendido entonces que la Nación centralista que hoy recauda los impuestos y los mal distribuye extorsionando a los gobernadores, debería y podría dejar de hacerlo, permitiendo a las provincias recaudar y administrar sus propios impuestos y contribuyendo a la Nación según una nueva invertida coparticipación. En las últimas semanas, este pensamiento se ha desarrollado un poco más, y comienza a comprenderse también que los gobiernos provinciales deben también ceder a los gobiernos municipales la facultad de recaudar y administrar.

Este federalismo fiscal recién nacido a la conciencia pública pide, sin embargo, una reflexión más profunda, ya que se trata, también, de un cambio de sistema conceptual: el paso de un sistema de poder concentrado al paso de un sistema de poder descentralizado, repartido, y por lo tanto más democrático. Si ya hemos sufrido en carne propia lo que en política significa un poder único, en las variadas formas de dictadura que hemos conocido, y hemos aprendido a apreciar la forma republicana que balancea un poder con otro y los dos con un tercero, ahora debemos aprender a disfrutar de la rica vida que promete el concepto de descentralización. Desde ya, el auténtico federalismo fiscal, en los niveles provincial y municipal, representa la más urgente descentralización, aquella que permite imaginar un rápido florecimiento de las provincias y pueblos de la Nación, y de un crecimiento competitivo que no hará sino beneficiar al conjunto.

El mismo concepto de descentralización aplicado a la administración pública, nacional, provincial o municipal, ofrece nuevas variables que, aplicadas, significarán para los argentinos una optimización de los recursos disponibles y un ordenamiento eficaz para cumplir con los servicios del Estado en forma eficiente.

En los 90, cuando usábamos la palabra descentralización, se la asociaba automáticamente con privatización, ese paso de empresas estatales que brindaban servicios ineficientes a empresas privadas que brindarían servicios de calidad. Durante una década y hasta el quiebre por parte del Estado a fines de 2001 de las mismas reglas que se había comprometido a respetar, las nuevas empresas privadas de servicios públicos mejoraron la calidad de vida de los argentinos a extremos hasta entonces insospechados. Como lo mejor es enemigo de lo bueno, no abundaremos en las justas críticas hacia todo aquello que se pudo haber hecho mejor, hacia controles que faltaron, hacia planes no debidamente ejecutados, como la supresión del sistema ferroviario sin el correlato del plan vial correspondiente, programado y pensado pero nunca ejecutado. Privatizar no fue, sin embargo, una estrategia de descentralización, sino una decisión de extirpar del Estado su función empresaria en sectores de servicio o producción que por la magnitud de la inversión requerían del aporte privado, y por lo tanto de una gestión igualmente privada. Al hablar de descentralización, entonces, no hablamos del paso de lo estatal a lo privado, sino de otra forma posible de la gestión estatal, en áreas de servicios indelegables del Estado, como la educación, la salud pública, la seguridad, la justicia, y el sostén a las actividades artísticas y científicas.

Los dos grandes problemas de la administración pública son la mala calidad de los servicios y la corrupción, no sólo la encubierta por medio de contrataciones amañadas, sino la estructural, aquella que hace que el Estado emplee a agentes que no trabajan o que no son aptos para sus funciones y que cada unidad de servicios se caracterice por la pobreza de gestión y el atraso en técnicas y tecnología administrativa.

El concepto de descentralización llevado a la administración pública no significa otra cosa que la separación de cada unidad de servicio público en un ente autónomo, con autoridad para regirse por sí mismo, es decir, para usar recursos y personal con total autonomía de otras unidades de su mismo nivel o de un nivel superior. Es en el uso de la expresión “Ente autónomo” que en el pasado encontrábamos la mayor dificultad en comprender la nueva figura, porque se entendía que autonomía del Estado era el equivalente de privatización, en vez de hacer el esfuerzo de comprender que la nueva figura, que en efecto pretende imitar la eficiencia de la gestión privada en su concepto de gestión autónoma, continua siendo un ente de capital público sin fines de lucro.

La novedad de la descentralización está en la aplicación de las más modernas técnicas de gestión empresaria en los entes públicos prestadores de servicios. Escuelas, hospitales, teatros, juzgados, comisarías, la lista de proveedores de servicios públicos vistos como unidades descentralizadas actuando con eficiencia y buen uso de los recursos, es infinita, y la descentralización, aplicable en todos los niveles de la administración, nacional, provincial o municipal. Hay que pensar los temas operativos y legales de esta nueva forma de gestión en la administración pública. Cómo y cuando se entregan a cada ente autónomo los recursos públicos asignados en la actualidad en el presupuesto centralizado general; cómo se constituye el control doble, por parte del Estado sobre el uso de recursos y los resultados, y por parte del público usuario, beneficiario directo y ojo cercano para detectar ineficiencia, posibles actos de corrupción o de mala gestión. Cómo pueden estas unidades, además de los a veces escasos recursos públicos, recaudar fondos privados para programas específicos que fueran de interés para los beneficiarios.

Es importante recalcar que este tipo de administración descentralizada es muy apta para el espíritu argentino, bastante afín a la participación en sociedades intermedias, cooperativas, sindicatos, etc. Es imaginable que se obtendrían resultados inmediatos de mejor gestión al contar con unidades autónomas, susceptibles de una veloz reorganización y mejora en los recursos allí donde fuera posible.

La solución de los grandes problemas macroeconómicos de la Argentina va a ocupar una gran parte del debate electoral de los próximos meses. Es importante que los argentinos participen con la mayor conciencia de las opciones posibles y que exijan a los dirigentes soluciones racionales, viables, y previamente estudiadas. También que comprendan que la nueva economía que la Argentina precisa para transformarse en un país estable con un crecimiento sostenido, requiere de una administración pública reformada y creativa, capaz de ofrecer, junto a las instituciones republicanas por fin respetadas, el marco adecuado para que argentinos y extranjeros inviertan y paguen sus impuestos a satisfacción de que cada peso pagado vuelve en servicios genuinos para todos los habitantes de la Nación.

Descentralización es federalismo, pero también mucho más: nada más y nada menos que la solución a uno de los más trajinados problemas argentinos, la ineficiencia en los servicios producidos por la administración pública, que a la vez desalienta el pago de impuestos por parte de los usuarios, en un círculo vicioso que las últimas administraciones centralistas a partir del 2002 sólo han empeorado.

8 may 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Influjos venezolanos,
aguantes en UNASUR

por Jorge Raventos

A partir de una declaración bajo juramento ante la Justicia del ex embajador argentino en Venezuela, Eduardo Sadous, empezó a hacerse luz sobre la trama, tan densa como perturbadora, de los negocios que han vinculado al gobierno argentino con el régimen que lidera el coronel Hugo Chávez Frías.

Esa conexión, más allá de eventuales afinidades ideológicas, se ha desplegado en el terreno de operaciones económicas que ahora, cuando la justicia y los medios se dedican a escrutarlas con mayor minucia, presentan extrañas zonas opacas y alarmantes detalles de misterio.

Tres años atrás, en una fría madrugada del mes de agosto, el hallazgo en dependencias del Aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires de un maletín con más de 800.000 dólares no declarados, ilustró un capítulo decisivo de la relación. El portador de esa valija, que había llegado a Buenos Aires en un vuelo privado fletado por el Estado argentino, había sido el empresario venezolano Guido Antonini Wilson, hasta ese momento miembro del círculo de hombres de negocios ligados al poder que en Venezuela conocen como “boliburguesía” (o burguesía “bolivariana”). Con él había llegado a Buenos Aires Claudio Uberti, un funcionario de los gobiernos kirchneristas que institucionalmente aparecía a cargo de la construcción de rutas y autopistas, pero que en realidad ejercía la función de embajador en las sombras para los negocios con Caracas.

Pese a desmentidas oficiales, se sabría más tarde (a través de videos que lo documentaron) que unas horas después del incidente en Aeroparque Antonini estuvo en la Casa Rosada. También se llegaría a saber que los 800.000 dólares transportados por Antonini eran sólo la parte descubierta de un cargamento de 5 millones de dólares que había aterrizado en el mismo avión y había atravesado los controles sin problemas.

Cuando los hechos trascendieron, se dejó circular la versión de que los dólares de Antonini eran un aporte financiero a la campaña electoral de la señora de Kirchner, que estaba en pleno desarrollo. El gobierno sólo se inmutó para dar un paso sin demasiado trascendencia, aunque oblicuamente admitía responsabilidades: separó a Uberti de su cargo formal de inspector de rutas.

A partir de la reciente declaración del embajador Sadous a la Justicia y de los hechos que han comenzado a emerger, el dinero venezolano que llegó a Buenos Aires el 4 de agosto de 2007 puede ser interpretado de otra manera. Porque se ha empezado a saber que algunas de las mayores operaciones comerciales entre Venezuela y Argentina requerían de las empresas participantes un “peaje”, formalizado con la participación de un broker o intermediario privado, al que debía abonársele una comisión del 15 por ciento (de tres a cinco veces superior al promedio del mercado). Las transacciones amparadas por ambos estados habrían sido, así, la fuente de un rédito non sancto, distribuido privadamente a posteriori por aquellos que tenían control en el pasa-no pasa.

En el afán de aumentar el prometedor intercambio con el gobierno de Chávez, Argentina ha estado adquiriendo fuel oil al estado venezolano. Un grupo de ex secretarios de energía de todos los gobiernos democráticos argentinos ha puesto la lupa sobre esas operaciones. En principio: el fuel oil que Caracas coloca en la Argentina no es de origen venezolano, sino combustible que Venezuela intermedia: compra para colocar aquí. Ese fuel oil es de peor calidad que el que Argentina produce y exporta. Es también notablemente más caro que el que Argentina produce y exporta. ¿Cuál es el sentido de que el país adquiera combustible malo y caro mientras exporta fuel de calidad a precio más bajo? ¿Quién se beneficia de esa diferencia?

En el análisis de las relaciones económicas entre ambos gobiernos, hay también otro punto de interés: la existencia en Venezuela de marcadas diferencias entre el valor oficial del dólar y el que determina el mercado paralelo, parecería haber ofrecido una oportunidad de incrementar ganancias a quienes tuvieran chances de atravesar sin obstáculos los controles, para comprar donde está barato y vender donde está caro.

Parece evidente que las investigaciones judiciales y mediáticas sobre el vínculo económico entre Buenos Aires y Caracas formarán parte significativa de la atmósfera política de los próximos meses. Es probable que la pesquisa no se desarrolle solamente en Argentina: las revelaciones que se producen aquí tienen indudable efecto en Venezuela, y la inversa es igualmente cierta. La prensa independiente venezolana se hizo inmediatamente eco de los exhortos librados por el juez Julián Ercolini a Estados Unidos, Venezuela y Panamá para reclamar datos de empresas que pudieron haber estado involucradas en el supuesto cobro de sobornos para exportar productos argentinos a Caracas.

La coronación Néstor Kirchner como Secretario General de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) quizás incremente la exposición del ex presidente argentino. De hecho, su designación fue duramente comentada por un singular político y periodista venezolano: Teodoro Petkoff.

Petkoff fue entre fines de los años ’60 y principios de los ‘70 líder de una fuerza guerrillera, más tarde abandonó la lucha armada y se volcó a la acción política constituyendo el Movimiento al Socialismo (MAS), que llegó a convertirse en tercera fuerza en Venezuela, detrás de los socialdemócratas de Acción Democrática y los socialcristianos del COPEI. En los últimos años, como director del influyente diario Tal Cual es una voz muy escuchada tanto en la oposición a Hugo Chávez como en segmentos inquietos del propio chavismo.

Esta semana Petkoff cuestionó con acidez la elección de Kirchner en UNASUR: “Aunque hasta ahora –escribió en su diario- Unasur ha tenido un desempeño más bien opaco y poco trascendente, el propósito que le dio origen planteaba una interesante perspectiva de avance en el camino de la integración suramericana. Sin embargo, la decisión de designar Secretario General del organismo a Néstor Kirchner tiene todos los visos de marcar el principio del fin de lo que parecía una prometedora iniciativa”.

La crítica del político y periodista venezolano apuntó a los presidentes electores, pero sus argumentos se concentraron en la figura del elegido y anticipan, probablemente, el tono que Kirchner puede encontrar en la prensa independiente de los países de UNASUR, sobre la que le resultará difícil operar con el estilo practicado localmente: “A plena conciencia – señaló Petkoff- los presidentes suramericanos designaron como Secretario General de Unasur a un corrupto convicto y confeso. Su propia declaración jurada de bienes constituyó motivo de escándalo en Argentina, dada la prodigiosa multiplicación de su fortuna en los últimos años”.

Para conseguir el cargo de secretario general de UNASUR, Kirchner y el gobierno trabajaron extensa y pacientemente. Bloqueado en principio por el veto de Uruguay durante la presidencia de Tabaré Vásquez, consiguió su objetivo merced a José Mujica, el sucesor de Vásquez, que apostó (pagando la jugada con su propio capital político) a que dejar caer el veto implicará a corto plazo el fin del corte de los puentes fronterizos obstruidos por el conflicto de la pastera Botnia.

Ahora, con el cargo en las manos, Kirchner debe decidir qué hace con su banca de diputado. Lo lógico, como admitió el propio ministro de Interior, Florencio Randazzo, sería que renuncie a su cargo legislativo y asuma en plenitud la función por la que tanto trabajó. Las funciones en UNASUR reclaman exclusividad. Pero, en principio, no otorgan fueros.

Kirchner no parece haber evaluado a priori el tema de la exclusividad, por eso está todavía pensando qué camino tomar: si renunciar a la banca o limitarse a pedir licencia como diputado. Con su anterior integración, la Cámara había sido sumamente plástica en admitir licencias y las había concedido incluso a diputados que iban a cumplir tareas en el Poder Ejecutivo, rozando así la división de poderes que reclama la Constitución. Habrá que ver ahora si la Cámara actual mantiene una flexibilidad análoga y también si todos los presidentes de UNASUR interpretan que un Secretario General es verdaderamente funcionario exclusivo del organismo si, mantiene su condición –así sea durmiente- de miembro de un poder de su propio Estado.

A un mes de que los partidos del Mundial de Fútbol abran un paréntesis en la atención pública, la discusión sobre renuncia, licencia, exclusividad y fueros de Kirchner en el UNASUR y las investigaciones sobre operaciones y comisiones con Venezuela tienden a ocupar el centro. Son apenas un aperitivo.

5 may 2010

LA V DE LA VENGANZA

por Claudio Chaves

La venganza como la revancha jamás fueron procederes de los movimientos populares. Estos son sentimientos y actitudes de minorías que ven perder sus privilegios o su poder político. Y esa pérdida la intuyen definitiva y fatal. ¿De que otra manera podría explicarse acontecimientos trágicos de nuestra historia política sino fuera a partir de estos sentimientos enfermos y malsanos?

¿Hay acaso algún argumento político creíble que pudiera, no digo justificar, al menos explicar el fusilamiento del Coronel Dorrego? Los historiadores más afines al partido unitario porteño no encuentran racionalidad en este horrendo hecho. De manera que solo un espíritu de revancha empujó a Lavalle a esa conducta impropia de un soldado de la independencia. Y ese estado de ánimo puede observarse en las dos cartas que recibió aconsejándole el fusilamiento. Una de ellas la de Salvador María del Carril decía en uno de sus párrafos “Un hombre valiente no puede ser vengativo ni cruel” ¡Ahí estaba la madre del borrego! Esas palabras revelan que la venganza y la crueldad rondaban las cabezas de esos hombres.

La extrema debilidad del unitarismo minoritario los empujó a la represalia. Odiaban a Dorrego porque lo hacían responsable de la paz con el Brasil y de la caída del gobierno de Rivadavia.

El golpe militar de Lavalle, al derrumbar a Dorrego, llegaba al poder herido de muerte. No tenía futuro. El fusilamiento no le abría horizontes. Era el resultado de una pulsión de violencia vindicativa.

¿Qué razón tenía el fusilamiento de Chilavert por parte de Urquiza luego de haber vencido en Caseros y ser dueño de la situación política porteña? Si bien Chilavert era un artillero de legendaria reputación guerrera no le deparaba a Urquiza ningún peligro. Fue una actitud innoble de un hombre que le dio mucho a la Argentina como la Constitución de 1853.

Qué lo llevó a Mitre a fusilar en 1856 a ciento veinticinco hombres que habían invadido la provincia de Buenos Aires comandados por el General Jerónimo Costa héroe de la Isla Martín García cuando los franceses bloquearon a Buenos Aires en 1838. ¿Qué necesidad política tenía tan tremenda decisión? Ninguna. Sólo sed de venganza.

Estando Rosas en el exilio se le inició un juicio sumarísimo en 1857. Los viejos unitarios porteños buscaban revancha. Le expropiaron sus bienes y lo condenaron a muerte, por sus crímenes y vejaciones. Por su puesto esto último no se cumplió. Frente a esta actitud, un verdadero enemigo de Rosas, Juan Bautista Alberdi pero afecto a las mayorías provincianas que habían padecido al dictador porteño, en carta a Urquiza protestaba:

“El ya fue juzgado y castigado el 3 de febrero de 1852 en Caseros. Cuando dos partidos salen al campo con espada en mano se entiende que se someten al juicio del Dios de los pueblos, que son las batallas.

El que cae vencido es el condenado, su derrota es su sentencia. Pero que el mismo pueblo que lo ha sostenido durante veinte años sea el que ahora lo condena a muerte, al tiempo en que su conducta (la de Rosas) de vencido leal y sumiso es irreprochable me ha parecido cosa tan ridícula que la Nación no debe aceptarlo bajo su responsabilidad”1

Palabras de una lucidez extraordinaria al ubicar en el territorio de la acción política las derrotas y las victorias sin proyección en la justicia y que una vez ocurridas ya está ¿para que horadar en las heridas?

Los hombres políticos con vocación popular jamás ejecutaron el desquite, no es necesario. Validan su poder y la razón del mismo con el amor y el respeto de su pueblo.

¿Acaso Perón tomó revancha de sus camaradas de armas que lo desplazaron el 8 de octubre del 45’ cuando retornó victorioso el 17 o cuando ganó las elecciones en el 46’. ¡De ninguna manera! No había espacio para el odio.

Como decía Jauretche al peronismo lo movía el amor no el odio.

Podía haber fusilado a los sublevados del 51’ puesto que la ley lo habilitaba y no lo hizo. ¿Que sentido tenía si él estaba en el poder con un enorme respaldo popular?

Fue la Revolución Libertadora la que introduce la revancha y la venganza fusilando, encarcelando y enviando al exilio a sus enemigos políticos. Su enorme debilidad. Francamente minoritarios y con una mirada torcida hacia la fractura social no les quedaba otro destino que la represalia.

Luego, con otro relato pero con la misma beligerancia, el asesinato de Aramburu a mano de un grupo de endemoniados, continuó la lista de la vindicta. ¿Qué sentido tuvo ese crimen que no fuera el desquite y el ajuste de cuentas? Al menos así lo fue en el discurso público explicativo del crimen.

Y no hablo de las razones profundas y secretas de sus asesinos que al parecer han sido inconfesables. Sino de la prédica que se montó sobre semejante crimen.

La verdadera derrota de la Revolución Libertadora, su evidente fracaso se dio, como se dan los grandes hechos de la historia, en el territorio de la política, como decía Alberdi.

Cuando el gobierno militar de 1966 se hundió en una profunda crisis de representatividad, acosado por la intranquilidad social fueron Lanusse, Manrique y Balbín entre otros antiperonistas los que se vieron obligados a desandar el camino trayendo y conversando con Perón. Era la clara evidencia de su fracaso. No era necesario el vil asesinato de Aramburu excepto para mentes enfermizas herederas del odio histórico de nuestra cultura.

Perón llegó por tercera a la Presidencia y no buscó vengarse ¡Y, vaya si tenía razones para hacerlo! Estando reunido con algunos gobernadores y dirigentes políticos en Gaspar Campos, un tiempo antes de sumir la presidencia, uno de los allí presentes lo interrogó del siguiente modo:

-¿Y que vamos hacer ahora General con el Almirante Rojas que anda vociferando pestes contra usted.

- ¿Cómo que vamos a hacer? ¿Acaso usted se considera más argentino que el Almirante? Refutó Perón.


EL ESPIRITU REVANCHISTA HOY



Como hemos visto la cultura de la revancha encuentra arraigo y encarnadura en nuestra historia. En esa línea el juzgamiento implacable y enconado de ancianos sin futuro político y economistas de 84 años al que no lo siguen ni los perros es un volver a vivir la revancha y la violencia.

Derrotados por su incapacidad política y por treinta años de democracia a que seguir hurgando en las llagas del desencuentro.

Esto huele a mitrismo y a libertadora es decir a minorías ilustradas que se arrogan el derecho a la limpieza ideológica.

CONTENIDO

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL
por Jorge Raventos
(click en la etiqueta para panoramas anteriores)

ANESTESIA SIN CIRUGÍA
por Diana Ferraro

PRODUCCIÓN Y CONSUMO: UN DILEMA ARGENTINO
por Víctor E. Lapegna

2011: ¿Y AHORA QUÉ?
por Diana Ferraro

UNA LECTURA DE LA BATALLA DE VILLA SOLDATI
por Victor E.Lapegna

LA MALA VIDA
por Claudio Chaves

LA RESTAURACIÓN LIBERAL
por Diana Ferraro

A GRANDES MENTIRAS, GRANDES VERDADES
por Diana Ferraro

LA MUERTE DE KIRCHNER PRIVA AL GOBIERNO DE SU VIGA MAESTRA
por Jorge Raventos

LA UNIFICACIÓN DEL PERONISMO
por Diana Ferraro

RETENCIONES: NO A LA SEGMENTACIÓN
por Gabriel Vénica

EL TIEMPO DE LOS POROTOS
por Diana Ferraro

KIRCHNER: CAPITALISMO DE AMIGOS Y PARTIDO DEL ESTADO
por Pascual Albanese

EL PERONISMO LIBERAL Y MAURICIO MACRI
por Diana Ferraro


ARGENTINA EN LA ECONOMIA GLOBAL - I y II
por Domingo Cavallo


EL PERONISMO LIBERAL Y EL DERECHO DE FAMILIA
por Diana Ferraro

EL DESFILADERO
por Diana Ferraro

HUMOR
por Enrique Breccia


ANOTACIONES SOBRE LOS CAMBIOS EN EL AGRO ARGENTINO (DE ANCHORENA A GROBOCOPATEL)
por Daniel V. González

EL DISCURSO SIN CANDIDATO
por Diana Ferraro

LA SECRETARÍA DE CULTURA Y EL RETROPROGRESISMO
por Claudio Chaves

DESCENTRALIZACIÓN: LA LLAVE DE LA NUEVA ECONOMÍA
por Diana Ferraro

LA V DE LA VENGANZA
por Claudio Chaves

ALGUNOS PROBLEMAS DEL POPULISMO
por Daniel V. González

PERONISMO PORTEÑO: PROPUESTA
por Victor Eduardo Lapegna

LA REVOLUCIÓN SIN NOMBRE
por Diana Ferraro

FEDERALISMO O POPULISMO
por Claudio Chaves

ELOGIO DE LA VERDAD
por Diana Ferraro

CONDUCCIÓN, CONDUCCIÓN
por Diana Ferraro

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
por Claudio Chaves


LOS BOQUETEROS Y EL PERONISMO FEDERAL
por Diana Ferraro

QUÉ QUEDÓ DE LA VIEJA IZQUIERDA
por Claudio Chaves


EL CAPITAL POLÍTICO
por Diana Ferraro

LOS MOTORES DEL CAMBIO
CIPPEC

DINERO Y CRÉDITO
por Domingo Cavallo

RETENCIONES CERO
por Gabriel Vénica

LOS MOTORES DEL CAMBIO
Los Productores Autoconvocados

LA AGONÍA ARGENTINA
por Diana Ferraro

10 RAZONES FEDERALES PARA DECIRLE NO AL AUMENTO DE LOS IMPUESTOS
por Gabriel Vénica


EL CAPITAL DEL PUEBLO
por Diana Ferraro

EL PODER EJECUTIVO DESAFÍA LA LEGALIDAD
por el Senador Carlos Saul Menem

LA HOJA DE RUTA DEL PERONISMO LIBERAL
por Diana Ferraro

EL PERONISMO Y UN NUEVO BLOQUE HISTÓRICO
por Jorge Raventos


DOCUMENTO CONFEDERACIÓN DE AGRUPACIONES PERONISTAS PORTEÑAS

LA FUSIÓN PERONISTA-LIBERAL
por Diana Ferraro

EL LIBERALISMO Y LA CONSTRUCCIÓN DE PODER
por Jorge Raventos


CONSENSO PARA EL PROGRESO
por Domingo Cavallo

UNA REORGANIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
por Víctor Eduardo Lapegna

LA PRUEBA HISTÓRICA DE UN FRAUDE INTELECTUAL
por Domingo Cavallo


A LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO MODELO PRODUCTIVO Y DEL BIENESTAR
por Armando Caro Figueroa


LA POBREZA EN LA ARGENTINA Y COMO COMBATIRLA
por Víctor E. Lapegna


ES MEJOR SUBSIDIAR LA NUTRICIÓN
por Juan J. Llach y Sergio Britos

PRESENTACIÓN DE PERONISMO LIBRE
por Diana Ferraro


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Propuesta y Coordinación de Peronismo Libre:
Diana Ferraro
diana.ferraro@gmail.com

Colaboraciones:
Enviarlas a:
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