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LA REVISTA DEL PERONISMO LIBERAL Colección Noviembre 2009- Febrero 2011

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28 ago 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Cómo no se tomó
el Palacio de Invierno
por Jorge Raventos

Desde semanas antes del 24 de agosto los activistas y voceros del oficialismo lucían agitados, en actitud de vísperas: estaba por lanzarse “la ofensiva”, se los oía decir; se preparaban para una especie de épica toma de La Bastilla (o del Palacio de Invierno) que ocurriría a partir del discurso con que la señora de Kirchner presentaría el informe de Guillermo Moreno paradójicamente titulado La Verdad sobre Papel Prensa. Allí comenzaría a zanjarse la guerra que Néstor Kirchner lanzó meses atrás contra el Grupo Clarín, pues –se aseguraba desde los medios apadrinados por el gobierno- el informe oficial demostraría que los actuales propietarios (Clarín y La Nación) de la principal fábrica nacional de papel de diario compraron el paquete accionario a los herederos de David Graiver en una” operación ilícita, forzada a través del uso irresistible de la violencia ejercida por el terrorismo de Estado”.

Desde el poder se dejaba trascender que se declararía nula aquella operación de compraventa pues por su naturaleza estaba basada en delitos imprescriptibles: se invocaban allí la desaparición temporaria y los tormentos padecidos por los herederos de David Graiver durante la tiranía de los años setenta. Desapropiados Clarín y La Nación de sus acciones, el gobierno promovería la detención y juzgamiento de Héctor Magnetto y de Bartolomé Mitre e intervendría la empresa. Así, el 24 de agosto quedaría asentada la victoria de Néstor Kirchner sobre “la dictadura mediática”.

Sin embargo, el lunes 23 empezaron a ocurrir hechos que no entraban en los cálculos de Olivos. Ese día se conoció, en principio, una carta abierta suscripta por Gustavo Caraballo, un ex secretario legal de Juan Domingo Perón y ex abogado de José Ber Gelbard, que estuvo en los años 70 cautivo en las mismas prisiones clandestinas que la señora Lidia Papaleo de Graiver y que, como ella, sufrió torturas. Caraballo dijo que “la familia Graiver soportó todo tipo de apremios y vejámenes, pero no tuvieron que ver con Papel Prensa. Como alguien que está apremiado por las deudas, ya se había desprendido legítimamente meses antes de Papel Prensa”. Caraballo agregó que “en enero de 1977 ( fecha de la venta de las acciones de la empresa) no había contra esa familia ninguna persecución por parte del gobierno. Por el contrario, siguiendo un proceso que ya había iniciado David Graiver con la contratación de dos expertos en imagen muy vinculados a los militares, buscaba un acercamiento al régimen dictatorial”.

El testimonio de Caraballo constituían una señal de alarma para los planes oficiales, pues desmentía netamente el relato urdido. Golpeaba, además, un flanco sensible para el gobierno pues al señalar las falsedades les atribuía la voluntad de “construir una nueva teoría de los hechos para restituir acciones de Papel Prensa a Lidia Graiver mediante un acuerdo probable con ella, a fin de controlar un insumo básico para la prensa libre” y definía ese hecho como “ofensivo a la dignidad pública e inmoral”.

Lo que no fue

Pese a ello, el gobierno insistió en la convocatoria para el 24 a las 18 horas. Inclusive se exhortó a Hugo Moyano a que adelantara su asunción como jefe del PJ de la provincia de Buenos Aires, para no competir con el acto de la Casa Rosada. Guillermo Moreno y Julio De Vido, en tanto, no cejaban en sus presiones sobre dirigentes de empresas y de entidades empresariales para que dieran el presente cuando hablara la señora de Kirchner. La consigna de Olivos era que había que aislar a Clarín (a Magnetto) del empresariado.

El 24, poco antes del mediodía, el matrimonio presidencial ya estaba anoticiado de varias malas nuevas: la Unión Industrial Argentina se aprestaba a decidir por unanimidad su ausencia del acto oficial y su resolución arrastraría la de otras entidades. Además, desde los tribunales de La Plata le habían informado al Procurador Esteban Righi que se había presentado a declarar Isidoro Graiver, el hermano de David y la persona del grupo familiar que había encabezado en 1976 las negociaciones de venta de Papel Prensa a Clarín, La Nación y La Razón. Poco tardaría en saberse que Isidoro Graiver había declarado allí que la venta de Papel Prensa se había concretado seis meses antes de que él y otros miembros de su familia fueran apresados por grupos de la represión militar, que no había habido presiones para concretar esa operación y que, en rigor, la familia debió deshacerse precipitadamente de muchos bienes y empresas porque su hermano David (muerto en un accidente aéreo meses antes) había dejado muchas y grandes deudas, entre ellas una de 17 millones de dólares con la organización Montoneros, que amenazaba a la familia para recuperar su dinero. David Graiver administraba dinero de la organización guerrillera proveniente del secuestro de los hermanos Born.

Con esas novedades a la vista, el vértice del gobierno discutió con ardor qué hacer esa tarde. Una postura se inclinaba por seguir adelante con los planes, sin modificar ni una coma. Otra –que ese día terminó prevaleciendo - prefería postergar la soñada “ofensiva final” .

Así, la esperada “toma del Palacio de Invierno” se aguó en la sopa. El salón de la Casa Rosada estuvo vacío de rostros empresariales (inclusive de muchos de los empresarios amigos de la casa), de la gran mayoría de los embajadores invitados y hasta de muchos gobernadores. Las plateas estuvieron colmadas de ministros, secretarios de Estado, legisladores y funcionarios menores.

La Presidente reemplazó las medidas que sus cuadros esperaban con 80 minutos de relato (muchos de cuyos capítulos estaban previamente desmentidos por Caraballo, por el hermano y la hija de David Graiver, así como por fiscales y jueces que en el gobierno de Raúl Alfonsín analizaron el caso y determinaron una cuantiosa indemnización por los bienes de que la dictadura les enajenó). La decepción cundió en las filas oficialistas cuando, al llegar a la parte resolutiva del extenso discurso, en lugar de aquellas que aguardaban hubo la mención a un futuro proyecto de ley declarando de utilidad pública la producción de papel para diario y el anuncio de que se girarían al jefe de los abogados oficiales las fojas redactadas por Guillermo Moreno para que analizara las acciones judiciales que correspondieran.

La guerra no ha terminado

Para Néstor Kirchner (y se notaba en su rostro, que suele reflejar sus sentimientos, particularmente cuando trata de disimularlos) el retroceso determinado por los hechos representó un fuerte golpe. El sabía que debía exhibir -en primer lugar a su propia tropa- una demostración de poder en la guerra que ha lanzado contra Clarín y sabía también que la vacilación sería contabilizada como un nuevo signo de debilidad. No ha podido poner en ejecución la ley de medios que hizo votar en 2009 por el Congreso que dominaba ni consiguió tampoco el pronunciamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos con el que aspiraba a golpear a la señora Herrera de Noble, recibió un aluvión de cuestionamientos por la pretensión de eliminar a la empresa Fibertel, proveedora de banda ancha. Son muchas muestras de impotencia.

En Olivos hubo de inmediato un análisis de la situación y los obvios pases de factura: duras críticas dedicadas a los que debían garantizar las presencias empresariales, broncas monumentales con los que debían proveer información anticipada sobre la familia Graiver (¿nadie en el costoso sistema de inteligencia advirtió que Isidoro Graiver tendría algo que decir del plan que, invocando los sufrimientos de esa familia, pretendía echar mano a las acciones de Papel Prensa en manos privadas?). Después de ese balance sobre culpas ajenas, la decisión fue volver al ataque.

Derechos humanos y patrimonio

Si alguien pudo pensar que la derivación del tema a la Justicia y al Congreso anunciada por la Presidente podía abrir un espacio a alguna negociación, Néstor Kirchner se encargó rápidamente de disuadirlo: el lenguaje se volvió más hostil y se ordenaron nuevas operaciones, esta vez contra una empresa de cable del Grupo Clarín. Queda claro: Kirchner no se conforma con ningún empate.

Por ahora va perdiendo. La Argentina de Kirchner se ve ahora más aislada, observada por el maltrato a la prensa y por la inseguridad jurídica que puede traducirse en que, apoyándose en un relate falso, el gobierno puede determinar la expropiación de una empresa y el enjuiciamiento de sus accionistas, alentar el acoso sindical a una firma o torcer las estadísticas para perjudicar a tenedores de bonos de la deuda soberana.

Los empresarios, que hasta hace muy poco vacilaban con temor antes de exhibir algún reparo hacia la Casa Rosada, han comenzado a tomar distancia y a ganar en autonomía.
El gobierno, por su parte, ha devaluado brutalmente su conexión con una de las banderas que más rédito le diera desde sus comienzos: la de los derechos humanos. Al vincular la cuestión de los derechos humanos a un enfrentamiento faccioso, al “construir una nueva teoría de los hechos” (elegante expresión que Gustavo Caraballo utilizó como sinónimo de falsear la verdad) y emplear la excusa del terrorismo de Estado para tomar el control de una empresa el oficialismo ha abierto una brecha que le hará mucho daño, entre los derechos humanos como reivindicación socialmente respetada y compartida y “Derechos Humanos S.A.”, es decir, la conexión de esa bandera sagrada con intereses menores, políticos o crematísticos.

21 ago 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Sin piña y a los mordiscos, como un Tyson decadente
por Jorge Raventos


El mes de agosto se cierra bajo el signo de un conflicto en ascenso. La confrontación no es ninguna novedad en la era de Kirchner, pero algunos narradores de la realidad imaginaron en las últimas semanas que el matrimonio presidencial estaba cambiando de modales y de hábitos (“para reconquistar la confianza de las clases medias”, sugerían). Más allá de algún esfuerzo por bajar la voz en los discursos y por controlar el uso disciplinario del dedo índice no eran muchos los indicios que alimentaban esas conjeturas. Una excepción fue el anuncio de que la señora de Kirchner no usaría por segunda ocasión el veto si el proyecto de ley de glaciares llegaba a ser sancionada en el Senado. A cambio de esa promesa, la Casa Rosada se atrincheró detrás de la amenaza del veto al proyecto de otorgar a los jubilados un piso remunerativo igual al 82 por ciento del sueldo mínimo de los activos. Y también sugirió que vetaría los proyectos de reforma del INDEC y que insistiría en fijar las retenciones aunque cesaran (como ocurrirá la próxima semana) las atribuciones extraordinarias del Poder Ejecutivo.

Como para justificar algunas de esas rigideces, la señora de Kirchner alegó, por caso, que si se aplicara el 82 por ciento para las jubilaciones “vamos al default en tres meses”. Los presidentes no dicen esas cosas porque normalmente se les atribuye rigor y responsabilidad a sus palabras. Una declaración presidencial de ese cariz en cualquier otro lado habría provocado ráfagas de nerviosismo en los mercados, corridas, efectos sobre el valor de la moneda nacional. Que en la Argentina eso no haya ocurrido denota que, para bien y para mal, nadie otorgó verosimilitud o veracidad a la palabra de la Presidente.Es comprensible que eso ocurriera: al fin de cuentas es internacionalmente conocido que el gobierno sostiene a capa y espada un Instituto de Estadísticas que viene falseando sistemáticamente los índices durante años. Por otra parte, sólo un día antes de pintar ese riesgo de default, la propia señora de Kirchner, durante su visita a la Bolsa de Comercio de Rosario, había pintado una situación casi idílica.

“Con los números en la mano” había querido hablar ella el miércoles durante su visita en Rosario. Apeló entonces a las cifras más relucientes, hizo ostentación del 9 por ciento anual de crecimiento que registró la economía argentina de junio a junio y, obviamente, adjudicó esa performance al “modelo” que la familia gobernante se envanece de encarnar.

Aunque sea cierto que esa mejora impresiona más porque se compara con los mezquinos resultados del año 2009 y aunque también lo sea que el segundo semestre será más triste y terminará encogiendo el crecimiento a alrededor de 6 puntos, hay que empezar por admitir que efectivamente los vientos de la economía soplan a favor de la Argentina. Gracias, en primer término, a las exportaciones de un yuyo llamado soja y al hecho de que, globalización mediante, los productos de la altamente competitiva cadena agroalimentaria son fuertemente demandados en el planeta, el país cuenta hoy con recursos tan significativos que es absurdo esgrimir una amenaza de default para oponerse al proyecto del 82 por ciento. La cosecha de este año no fue “la más grande la historia”, como declamó la presidente en Rosario. Pero fue la tercera.

En verdad, todo permite prever que las condiciones mundiales que benefician a la Argentina no son flor de un día, sino la resultante de condiciones perdurables determinadas por la vigorosa emergencia de grandes países en desarrollo como China, India y también Brasil.

La amenaza de default, la advertencia sobre vetos, la insistencia en mantener el hostigamiento sobre el sector agroalimentario son gestos dramáticos que revelan que el gobierno no abandona la práctica de levantar la temperatura de las tensiones y de forzar la confrontación al máximo.

El oficialismo considera que contar con los recursos extraordinarios que ofrece aquella combinación de factores económicos lo fortalece y le permite encarar una ofensiva para sofocar, arrollar o desplazar a los sectores que considera enemigos antes del año electoral. Escala así en los conflictos. Pero empieza a descubrir que del otro lado no se produce una retirada, sino que, en buena medida acuciados por el estilo exterminador del kirchnerismo, las víctimas potenciales resisten cada vez con mayor fervor y convicción. Cada vez con mayor eficacia.

Para Olivos es indispensable demostrar a propios y extraños que tiene capacidad de daño, que sus ofensivas tienen efecto. En gran medida los años en que al kirchnerismo le iba mejor en las encuestas fueron aquellos en que podía combinar su mitológico relato progre con los recursos de la caja y el manejo del miedo. En aquellos tiempos eran muchos los que se asustaban, retrocedían, se llamaban a silencio. Desde el año 2008 las cosas cambiaron.

Y ahora muchos –inclusive muchos de lo que en Olivos se contabiliza como “propia tropa”- observan con atención que el oficialismo tiene más intenciones de daño que capacidad efectiva para producirlo. Si bien se mira, las provocaciones de Guillermo Moreno en la sede de Papel Prensa, sus desafíos a la orden de la Justicia que le impugnó la presencia en esa empresa y hasta el informe que ha preparado y que hará público en los próximos días la señora de Kirchner, son una manera de disimular dos notables fracasos del gobierno en su guerra contra el grupo Clarín: han pasado nueve meses y todavía no ha podido poner en práctica la ley de medios que hizo aprobar al galope al Congreso mientras aún mantenía hegemonía; quiso incriminar a la principal accionista del grupo con un informe del Banco Nacional de Datos Genéticos y no pudo hacerlo, sea por fallas en los procedimientos de investigación (lo que daña el prestigio de esa institución) sea porque las fallas alegadas encubren el hecho de que el informe de la Institución no podía probar lo que querían el gobierno y sus amigos.

La batalla entablada por Kirchner con Clarín por ahora muestra que el esposo de la presidente no es el Mike Tyson que algunos venden; en todo caso, es el Tyson de la decadencia, sin trompada letal, aunque siempre dispuesto a extirpar una oreja enemiga con los dientes.
Si se abre una semana en que el Poder Ejecutivo sufrirá la caducidad de las atribuciones especiales (entre otras, la de fijar los impuestos de exportación), la que se cierra no fue más benévola: el gobierno sufrió dos derrotas legislativas (especialmente padecidas por los jefes de los bloques oficialistas, que una vez más debieron soportar duras recriminaciones de Olivos). El Senado votó la reforma del INDEC y Diputados, la aprobación del 82 por ciento para los jubilados. Así, las presentaciones de Moreno en Papel Prensa y la decisión de Julio De Vido de declarar caduca la licencia de Fibertel (del Grupo Clarín) como proveedora de banda ancha (a más de un millón de clientes y cerca de 5 millones de usuarios) fueron otras tantas jugadas improvisadas para dar señales de poder y exhibir voluntad de pelea. ¿Son tiros o petardos? Una cosa o la otra, lo que es notorio es que el gobierno cada vez que pierde batallas levanta la apuesta y eleva el nivel del conflicto. La jugada contra Fibertel no sólo afecta a la empresa, sino a la densa red de sus clientes, que incluye familias y empresas, estudiantes y trabajadores, población urbana y rural, capital y provincias. Obnubilado por su necesidad de mostrar algún daño provocado al Grupo Clarín el gobierno ha afectado ciegamente a amplios sectores de la sociedad.

Para la semana que se abre está previsto un nuevo embate contra Papel Prensa, para el que el gobierno volverá a apelar al pabellón de los derechos humanos como cobertura. Desde la Casa Rosada ya se ha comenzado a citar a empresarios y a dirigentes de organizaciones corporativas para que asistan al show y aplaudan el informe oficial.

La principal empresa nacional de papel de diario tiene una historia de presiones sobre sus dueños: su forjador histórico, el que plantó los primeros árboles destinados a alimentarla, el que la imaginó y la desarolló desde el inicio –el editor ítalo argentino César Civita- fue brutalmente presionado para que la vendiera, tanto desde el gobierno militar que estaba en funciones en 1972, como desde el ministerio de Economía del gobierno justicialista en 1973; en ambos casos con la actuación de un mismo personaje y hasta con la amenaza de grupos terroristas. Civita terminó perdiendo su fábrica y dejando el país.

Es difícil que esos capítulos de la historia de la empresa estén incluidos en el relato que el oficialismo propondrá en los próximos días. Lo que queda claro es que la ofensiva no se detendrá, porque está en la naturaleza del oficialismo ascender en la confrontación. Y está en su finalidad dejar sin oxígeno a sus adversarios. Que a esta altura, a juzgar por las encuestas y por las crónicas, son bastantes.

Puesto que a nadie le gusta que lo asfixien y dado que al gobierno se le ha perdido el miedo, habría que dar por sentado que el conflicto se agudizará.

19 ago 2010

RETENCIONES: NO A LA SEGMENTACIÓN

por Gabriel Vénica

Decimos NO A LA SEGMENTACION. La segmentación conspira contra la asociatividad, la voluntad de crecer, la organización familiar de la producción, es fuente de corruptelas y técnicamente inaplicable

¿Quién lo afirma ? ¿La Sociedad Rural Argentina? ¿Algún economista liberal? No. Estas frases son citas textuales del “Manifiesto de Salto”; la proclama de los pequeños y medianos productores “autoconvocados” (protagonistas indiscutidos de la gesta agropecuaria del 2008) quienes reunidos la Asamblea Nacional en la localidad de Salto expresaron, en contra de lo que propone quien dice representarlos -la FAA- y de legisladores que quieren “defenderlos de los pools” que no quieren retenciones, no quieren ONCCA, no quieren segmentación, no quieren vivir de subsidios, ni de compensaciones (a excepción de los que por ley correspondan a zonas marginales en situación de emergencia).

Es histórico el documento presentado a la Mesa de Enlace por los autoconvocados del Norte de Santa fe (zona marginal y desfavorecida de pequeños productores) donde en medio de una sequía terminal ratificaban el Manifiesto de Salto y repudiaban la propuesta de segmentación (que teóricamente los beneficia) alegando que ello significa:

1.- Convalidar las retenciones como instrumento…

2.- Caer en la incoherencia debilitando y desautorizando los principios y valores esgrimidos durante el conflicto del 2008 según los cuales las retenciones son un impuesto confiscatorio, anticonstitucional, antifederal, que no ha logrado desacoplar los costos internos de los precios internacionales y no ha defendido la mesa de los Argentinos, sino todo lo contrario. “Todas estas razones son validas tanto se trate de un pequeño, de un mediano o de un gran productor. No podemos borrar con el codo lo que escribimos con la mano” sostenía un pequeño productor del desfavorecido Norte de Santa Fe.

3.- Discriminar al interior y a la actividad agropecuaria. Gran parte de las grandes empresas agropecuarias, en contra de lo que supone el imaginario colectivo, han surgido en el interior (las cuatro mayores empresas agropecuarias nacionales entre otras). “Nunca escuche que se segmenten otras actividades pidiendo un 35% de ingresos brutos para las grandes cadenas hoteleras, los restaurantes de Puerto Madero, las terminales automotrices o los hipermercados. En estas actividades también existen muy pequeños, pequeños, grandes y muy grandes en una proporción y con un nivel de concentración muy superior al que existe en el agro… ¿A alguien se le ocurriría cobrar un 35% de ingresos brutos a un hipermercado por el simple hecho que es mucho más grande que un almacén de Barrio? La segmentación avala un prejuicio histórico según el cual sólo se puede ser rico en Buenos Aires o en los centros urbanos” suelen reclamar los autoconvocados cuyo Manifiesto comienza diciendo que pretenden el fin definitivo de cualquier política impositiva discriminatoria contra el agro y el interior.

4.- Darle autoridad a un concepto vago (“renta extraordinaria”) que no tiene rigor académico para fundamentar las retenciones en general, ni la segmentación en particular. Un productor de Roldán comparaba: “Mis 150 hectáreas valen lo que un garaje de 1.000 metros cuadrados en Rosario, 400 hectáreas en Entre Ríos y 1500 en el Chaco. La renta sobre el capital del garaje puede superar el 20%, yo no llego al 3% en el mejor año y es mucho menor en Entre Ríos y menor aún en el Chaco. Sin embargo el productor del Chaco, el que más invierte y arriesga y el que menos gana, pagaría retenciones de promulgarse la ley de segmentación propuesta por el agrodiputado chaqueño Orsolini (FAA); yo con mis 150 hectáreas en Roldan podría salvarme y el dueño del garaje ya está salvado”.

5.- Confundir con verdades a medias como aquella que sostiene que “un porcentaje pequeño de productores genera un porcentaje grande de la producción agropecuaria”. Esta es una verdad a medias por tres razones. En primer lugar, porque no se tiene en cuenta que en una gran empresa agropecuaria concurren en su conformación una multitud de socios, inversores, contratistas, prestadores de servicios. La diferencia con un productor pequeño o mediano es que han elegido trabajar de manera asociada y no individualmente. Aunque en la estadística figuran como un solo productor son muchos productores. En segundo lugar porque la relación 20/80 conocida como “principio de Paretto” es una ratio universal en el mundo de la contabilidad y el comercio imposible de torcer legislativamente (siempre vuelve a instalarse con consecuencias cada vez más desastrosas). En tercer lugar porque un gran productor en zona marginal tiene la rentabilidad de uno mediano en la zona núcleo y uno mediano el de uno pequeño. “La segmentación para cumplir realmente con su objetivo deberá agregar infinitas variables que llevaran a una complejización tal del control estatal que será más práctico expropiar los campos, estatizar todo y pagar a cada uno un sueldo acorde a su trabajo (y habría que volver a segmentar en este caso …). ”

6.- Desalentar la asociatividad, la conformación de empresas familiares, la voluntad de crecer. “La segmentación es un impuesto a la eficiencia y un estímulo a la pereza y a la falta de predisposición para asociarse” comentaba un integrante de una familia de productores. Destruyen la única herramienta que un productor chico tiene para subsistir: la asociatividad y búsqueda de escala. Con 100 hectáreas en cualquier lugar fuera de la zona núcleo es casi imposible contar con recursos para adquirir tecnología adecuada. Una sembradora cuesta alrededor de USD 100.000.
La segmentación promoverá la división de empresas familiares en unidades más pequeñas demoliendo, paradójicamente al mas “socialista” de los instrumentos: la unión, la mancomunación de esfuerzos, la organización cooperativa de la producción (con la segmentación conviene producir poco y perder escala).

7.- Impulsar la “clientelización política” del productor (que va a depender de un funcionario para acceder al beneficio), la burocratización de la actividad (más papeles acceder al beneficio), la aparición de gestores e intermediarios, la corrupción, las “coimiciones” y el desvío de los esfuerzos que hoy se destinan al trabajo. Todo esto sin perjuicio del crecimiento de costosas estructuras burocráticas de control (ONCCA) para evitar la proliferación de testaferros, que deberán ser solventadas con “más impuestos”. “¿Para qué me van a quitar lo que después me van a devolver”? fue el eslogan más utilizado por Alfredo De Angeli durante el 2008.

8.- Estimular el crecimiento de los pools de siembra. El negocio de los pools es la escala. A menor margen bruto, buscarán mayor escala y negocios asociados a la misma: compra de insumos, honorarios por asesoramiento, dirección y gestión, servicios agronómicos. La segmentación no evita el “lavado de dinero” (si existiere). Quien lava dinero no le importa trabajar a pérdida y en todo caso para esto debe aplicarse el Código Penal y las leyes respectivas y no entorpecer toda la actividad agropecuaria. Nunca un sector se desarrolló con intervenciones viciosas del estado.

10.- Generar asimetrías insalvables con nuestros socios del Mercosur, conspirando contra una exitosa integración regional de Argentina y sus productores al descapitalizar a la producción local en relación a sus vecinos. Brasil sin retenciones, sin segmentación, sin cierre de exportaciones y con presencia de empresas agropecuarias que empalidecen a las más grandes de Argentina aumento la cantidad de sus pequeños y medianos productores llevándolos en una década de 400.000 a 750.000 con medidas positivas de estímulo, no con medidas impositivas de desaliento. Estas asimetrías generarán con el correr de los años descapitalización de la producción argentina, menor aplicación de paquete tecnológico, invasión de capitales brasileros a nuestro país (como ya está ocurriendo en otros rubros donde la “protección” terminó en la venta de la empresa argentina).

Constituyen en definitiva una intervención “viciosa” del estado en nombre de la protección de los pequeños productores, que la inmensa mayoría de los productores pequeños rechaza. Un Pool de siembra no puede “obligar a un pequeños productor a alquilar su campo”. Si el productor pequeños quisiera crecer alquilando la segmentación le pone un techo. Y si 30 pequeños productores dueños de sus campos deciden comprar insumos y herramientas asociándose su posición competitiva en relación a un pool que tiene que alquilar es incuestionable.

Si un pequeño productor quiere alquilar para crecer, y no quiere asociarse, entonces sí está en desventaja en relación a una gran empresa agropecuaria y necesita protección (=segmentación), condenando a todo el sector a la burocratización, el clientelismo, la confiscación de su renta.

"El sistema llamado protector o proteccionista, es la protección dada a la estupidez y a la pereza” recordaba un pequeños productor a los gritos al Diputado Viale reclamándole que “no quería que el Estado le dé una mano sino que le saque las dos de encima”.

Nota: el Dr. Gabriel Vénica (MBA) es Autoconvocado Norte de Santa Fe

18 ago 2010

EL TIEMPO DE LOS POROTOS

por Diana Ferraro

Con su fino instinto para desentenderse de las causas perdidas, los argentinos se distraen con cualquier cosa menos con las intrigas políticas cotidianas. No podrían explicar más de lo que intentan explicar los politólogos, que falta mucho para las supuestas primarias, muchísimo más para la supuesta fecha legal de las elecciones y que no está dicha ni la primera ni la última palabra en materia de candidatos. Vale más entonces interesarse en el fútbol, en los propios problemas domésticos o románticos, incluso en Tinelli, distraído él también en otras cosas que la política, cuando nada se puede hacer para cambiar algo con el propio voto.

No es un tiempo político inocuo ni pasivo, sin embargo. Si bien a la hora de las definiciones carecen de absoluta importancia los golpes de escena de Lilita Carrió, el juego perverso del diario La Nación hermoseando a los Kirchner para desfavorecer los otros contendientes del radicalismo, o los entretejidos en tantos colores como candidatos del Peronismo Federal, es el esfuerzo de cada uno de ellos por clarificar su posición en el panorama electoral lo que al final resolverá el juego.

En el muy criollo momento de contar los porotos, no son ni los guiños ni los engaños los que pueden hacer la diferencia, sino la realidad pura y dura de qué acumuló cada uno a lo largo de la carrera, tanto en prestigio personal como en idoneidad intelectual para resolver los complejos problemas argentinos. Ya hemos dicho antes que el tablero y los jugadores no expresan tantas variantes misteriosas como la cantidad de candidatos y proyectos aspirantes haría suponer, y que la cuenta de los porotos en el caso del peronismo, bastante pareja hoy, dice bastante acerca de lo que finalmente va a suceder, cuando los que están acepten que no pueden quedarse y los que llegan se den cuenta de que les está faltando algo.

Por lo tanto, esta revista prefiere alentar en los argentinos que permanecen distraídamente alerta a toda novedad que pudiera al fin beneficiarlos, la idea de que el candidato que surja finalmente de la cuenta final de los porotos peronistas-liberales lleve adelante, sin prejuicios, un proyecto que asuma -- en la economía, en la reorganización federal del país, en la descentralización, en la defensa y seguridad y en la política exterior enlazada con lo verdaderamente progresista del continente y del mundo-- ambas tradiciones políticas, la del peronismo ya aggiornado por Menem y Cavallo y la del liberalismo hecho carne en muchos independientes a la búsqueda de una posición que armonice izquierda y derecha, capitalismo, tradición e innovación.

Para el peronismo, el poroto más valioso continúa siendo el del reestablecimiento del camino abandonado a fines del 2001, o sea el proyecto del peronismo liberal. El que lo ponga en la mesa gana; también al representar la más clara oposición al radicalismo. Hablar de kirchnerismo y no de peronismo, atrasa, cuando el ignorado y prometedor poroto se encuentra en ese campo. Minado, pero compartido, por eso de las inviolables reglas del truco.

14 ago 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

La contradicción fundamental según Elisa Carrió
por Jorge Raventos



Por momentos, el arco partidario opositor al gobierno K luce como un show de pirotecnia: los fogonazos se recortan sobre el fondo oscuro, las explosiones suenan con más volumen que los argumentos, los destellos sobreexponen las imágenes y a menudo obnubilan a los protagonistas. Es obvio que muchos de los componentes de ese conglomerado de fuerzas disfrutan de la función: los opositores tienen una riquísima vida pública de debates, discusiones y querellas públicas.

En ese sentido, nadie podría negarle a Elisa Carrió el máximo estrellato en el espectáculo. Ella sabe que se ha hecho fama de intolerante y hasta se adelanta a veces a pedir disculpas por su dureza, pero evidentemente está convencida de que no debe cambiar el estilo rotundo y profético con el que rigorea por igual a adversarios y a aliados: cree probablemente que exhibir ese carácter la singulariza y, en última instancia, le rendirá réditos políticos. Esta semana reiteró su peculiaridad y embistió contra la estructura realmente existente del Acuerdo Cívico y Social, el fragmento no-peronista (o pan-radical, si se quiere) de la oposición a Néstor Kirchner en el que la Coalición Cívica de Carrió ha convivido con la UCR, el GEN de Margarita Stolbizer y el Partido Socialista.

La fundadora de la Coalición Cívica envió una carta a cuatro dirigentes de la UCR en la que sugirió que su fuerza podría alejarse del Acuerdo y si bien la mayoría de los análisis periodísticos inmediatos consideraron que con esa misiva Carrió había “roto” con la coalición pan-radical, basta leer atentamente sus doce párrafos para comprender que tal ruptura no está enunciada, sino sólo metafóricamente evocada y, en cualquier caso, supeditada a lo que resuelva “la Confederación Coalición Cívica en veinte días, ellos tienen la decisión final”.

La señora Carrió a la que se le reconocen sus virtudes como verdadero ariete de la oposición cuando enfila sus cañones contra el gobierno, con frecuencia se vuelve culpable de disparar fuego amigo contra el campo en el que se supone que milita. En rigor, sucede que ella rechaza la idea de que el conflicto deba definirse en términos de oficialismo y oposición; ella concibe más bien el enfrentamiento alineado sobre otro eje: buenos y malos, pasado y futuro o, si se quiere, réprobos y elegidos. Esa es la contradicción fundamental según Carrió. En el campo de los malos, del pasado, de los réprobos ubica por cierto a los Kirchner, pero también a muchos de los que están en los partidos del acuerdo en el que ella todavía está inscripta, dirigentes a los que describe como “gerentes (…)del viejo corporativismo cínico y corrupto de la Argentina”. El lenguaje milenarista parece arrastrar a Carrió (y eventualmente a los dirigentes de la Coalición sugestionados por esa concepción) a una opción estratégica extrema: colocar en el mismo plano y otorgar la misma jerarquía y la misma prioridad al enfrentamiento con el gobierno y al choque con “los réprobos” de la oposición implica sobredimensionar la propia fuerza de la Coalición Cívica para encarar varias batallas simultáneas, correr el riesgo del aislamiento y la irrelevancia y asumir además la actitud arrogante de intervenir en la vida interna de los partidos aliados, señalándoles quiénes deben ser sus representantes y candidatos si quieren hacerse merecedores de una alianza con la fuerza de Carrió. Para colmo, la determinación de quiénes deben ser contabilizados como malos y quienes como elegidos suena a veces más caprichosa que objetiva: el haber sido aliado de los Kirchner, que ella usa como dato descalificatorio para juzgar, por caso, al vicepresidente Cobos, no resulta una objeción para otros personajes a quienes Carrió corteja, mima o simplemente admite. Al final del camino, la apuesta que haga la Coalición Cívica encontrará una respuesta de su electorado. Si se basa en un cálculo inexacto puede sobrevenir un derrumbe: que la jugada sea considerada una ayuda objetiva a la fuerza a la que los seguidores potenciales de la Coalición consideren como el adversario principal a derrotar.

Aunque en las últimas líneas de su carta la filosa dirigente cívica señala que “no sabemos vivir en la ambigüedad permanente y en la especulación eterna”, el mismo texto expresa a los dirigentes radicales a los que se dirigio la esperanza de que “podamos formar parte de una coalición gobernante que cambie la Argentina”. En suma, que por ahora, los relámpagos epistolares no pasan de un intento de reforzar el posicionamiento al que –quizás por carecer de la fuerza organizada de otros partidos- aspira la jefa de la Coalición, de “autoridad moral” de la oposición en condiciones de distribuir castigos y absoluciones.

Los dirigentes más medidos del acuerdo panradical (incluidos algunos de los aludidos por ella) procuraron no responder a la carta de Carrió con irritación: todos son concientes de que, muchas o pocas, las voluntades que la Coalición Cívica termine canalizando son importantes en la pulseada con el gobierno K y sería un crimen que quedaran esterilizadas y separadas de un cauce amplio y una alternativa fuerte, porque los votos para pelear un comicio se suman de a uno.

Otros dirigentes, en cambio, pensando menos desde una perspectiva amplia y un poco más en la competencia que los hombres de la Coalición pueden representar en sus distritos a la hora de discutir la conformación de las boletas electorales, se alegraron discretamente de la posibilidad de que Carrió concrete su sugerencia de ruptura: con menos comensales la torta se agranda, calculan (erróneamente).

El socialista Hermes Binner demostró en la semana que un tropezón no es caída y que no está mal usar la marcha atrás: a principios de semana pareció haber adoptado el libreto argumental del gobierno en el tema de las retenciones (“debe fijarlas el Poder Ejecutivo”, había declarado con cierta precipitación); advertido de la equívoca postura por las críticas del ruralismo y las indicaciones de algunos compañeros, volvió sobre sus pasos al comprender además que ese traspié verbal aislaba a su partido del frente con la UCR y era utilizado simultáneamente por la Casa Rosada para enfrentar al campo y por Elisa Carrió para justificar sus reclamos ante el Acuerdo Cívico.

Al terminar la semana, cuando sus fuegos artifíciales ya se habían consumido, el Acuerdo parecía estar en condiciones semejantes (tan sólido o tan endeble, tan firme o tan complicado) a las que reinaban al comienzo del espectáculo. La amenaza de Carrió era definida por Patricia Bullrich: “no es una ruptura, es una impasse”.
El peronismo federal, que también procesa en público sus rispideces, marcha en unidad hacia un acto en septiembre y congrega a sus segundas líneas y sus cuadros técnicos. El amplio arco de la oposición, como se ha dicho, exhibe sin pudores sus debates y sus cinchadas de posicionamiento. Pero consigue sostener, así sea trabajosamente, un núcleo de acuerdos que en la última semana le permitió una importante victoria en el Senado en el proyecto sobre normalización y reforma del INDEC.

No vaya a creerse que del otro lado de la línea reina la quietud: el oficialismo tiene sus propias luchas intestinas, sus propias diferencias, está cruzado por sospechas recíprocas entre importantes referentes, las candidaturas que muchos proclaman apoyar sin vacilaciones son minuciosamente analizadas, sopesadas (y a veces cuestionadas) entre cuatro paredes.

La oposición debate vivamente en público. En el oficialismo por ahora se discute clandestinamente. Pero en ambos campos los tiempos se aceleran, mientras la realidad fuera de la política (inseguridad, inflación, por ejemplo) exhibe su propio vértigo, sus propias urgencias.

11 ago 2010

ARGENTINA EN LA ECONOMIA GLOBAL - I y II

por Domingo Cavallo

(publicado en www.cavallo.com.ar)

Primera nota:

En esta primera nota voy a tratar de responder a la siguiente pregunta ¿Cómo evolucionará la economía global en las próximas décadas?

Hay gente que piensa que la crisis global que arrancó con el colapso del mercado de las hipotecas “sub-prime” en los EEUU, en el verano boreal de 2007, significa que el proceso de globalización de la economía se está agotando. En mi opinión, están equivocados. El proceso de globalización, lejos de debilitarse, está saliendo fortalecido.

Lo que ha quedado debilitado es el crecimiento económico en las economías más desarrolladas porque se combinan dos tipos de problemas: uno financiero y uno real. El financiero es que muchas familias y empresas y, crecientemente, muchos gobiernos nacionales y locales, se han sobre-endeudado o están en proceso de encontrar fuertes límites a la posibilidad de seguir financiando déficits con endeudamiento.


El problema real es que, como productores de bienes y servicios, enfrentan competencia creciente de la producción originada en las economías emergentes y no pueden sostener el elevado nivel de ingresos que alcanzaron sus trabajadores ni los onerosos sistemas de seguridad social que crearon en las épocas de bonanza.

El problema financiero tardará en resolverse, pero será superado, porque los países desarrollados, en última instancia podrán saldar sus deudas con emisión monetaria: emisión de dólares, emisión de euros o emisión de yenes. En el proceso seguirá habiendo quiebras de algunos intermediarios financieros, las tasas de interés manejadas por los bancos centrales seguirán siendo bajas por mucho tiempo y, eventualmente, habrá inflación moderada, 4 o 5 % anual, que producirá tasas de interés negativas y licuará gradualmente las deudas.

El problema real se superará por emigración de trabajadores, por avances científicos y tecnológicos originados en sus universidades, centros de investigación y departamentos de investigación y desarrollo de sus empresas y por los servicios de administración de empresas tecnológicas que difundan sus avances en todos los rincones del mundo.

Muchos de los trabajadores de los países en desarrollo que en el pasado emigraron desde sus países a Europa o a los Estados Unidos, regresarán a sus lugares de origen o rumbearán hacia otros países en proceso de desarrollo que demanden su experiencia y sus servicios. Incluso muchos jóvenes emprendedores y bien entrenados en las universidades americanas y europeas buscarán nuevos horizontes en los países en desarrollo que ofrezcan buenas oportunidades de empleo calificado. Se dará, en fin, un proceso migratorio muy diferente al que predominó en las cuatro o cinco últimas décadas.

En los Estados Unidos y en Europa se intensificará la actividad universitaria de alto nivel, contarán con más recursos sus centros de investigación y las empresas invertirán cada vez más en investigación y desarrollo, así como en la prestación de servicios de alta calidad, particularmente relacionados con el cuidado de la salud y la tercera edad. El ingreso real de quienes trabajen en estas actividades irá mejorando, no sólo en términos relativos frente al ingreso real de quienes continúen trabajando en sectores más tradicionales con menos ingrediente de conocimiento y más competencia externa, sino también en términos absolutos.

En cualquier caso, el ritmo de crecimiento de estas economías avanzadas será bastante más lento que lo que fue en el pasado y, es posible, que muestren síntomas de estancamiento por muchos años, tal como ocurrió con Japón desde 1990 en adelante. Sólo recuperarán un ritmo mayor de crecimiento en la medida que los descubrimientos científicos y los avances tecnológicos generados por sus universidades, centros de investigación y departamentos de investigación y desarrollo de sus empresas logren empujar significativamente la frontera tecnológica para la economía global. Allí reside su única ventaja comparativa frente a una gran cantidad de países emergentes que están aprendiendo a utilizar las tecnologías disponibles para aprovechar cada vez más eficientemente sus recursos humanos y materiales y que cuentan con los ahorros necesarios para financiar altos niveles de inversión modernizadora de sus economías nacionales.

A pesar de esta tendencia al estancamiento de las economías avanzadas, la economía global seguirá creciendo a un ritmo no muy diferente al de la última década porque el rápido crecimiento de China y los tigres asiáticos se irá observando también en la mayor parte de las economías emergentes de América Latina, Asia, Europa Oriental y África. Este crecimiento no será liderado ni por la sustitución de importaciones ni por la promoción artificial de sus exportaciones sino por el proceso de inversión e incorporación de tecnología que permitirá importantes aumentos de productividad y del empleo para satisfacer las crecientes demandas internas de las respectivas economías.

El comercio externo entre las economías en desarrollo aumentará mucho como consecuencia de la necesidad de aprovisionamiento eficiente de insumos y partes y también por las ganancias para los consumidores que se derivarán de la competencia no sólo interna sino también internacional. Como el motor más importante del crecimiento del comercio será la economía china y ésta comenzó a expandirse cuando decidió abrirse al mundo y aprovechar la tecnología disponible en el mundo desarrollado, su política comercial externa apuntará a negociar bilateralmente y, eventualmente, en forma multilateral, un comercio internacional cada vez más libre de trabas cuantitativas y arancelarias.

Los países pequeños y medianos que opten por encerrarse sobre sí mismos se verán perjudicados porque perderán acceso a los mercados más dinámicos. Por eso sostengo que prevalecerán las estrategias nacionales de desarrollo basadas en la inversión eficiente y la incorporación de tecnologías avanzadas y no en la sustitución de importaciones o en la promoción artificial de exportaciones. La clave para el crecimiento será disponer de fuentes de financiamiento para esta inversión eficiente. Los países con baja tasa de ahorro interno deberán hacerse elegibles para la entrada de ahorros procedentes del exterior.

La disminución de oportunidades de aplicación de los recursos financieros que los bancos y fondos de inversión encontrarán en los países desarrollados debido al menor dinamismo de su economías y al elevado endeudamiento de sus familias, empresas y gobiernos, impulsará a los intermediarios financieros globales a buscar oportunidades de aplicación de sus fondos en el mundo en desarrollo. Los países que creen un buen clima de negocios y provean seguridad jurídica a los capitales que se inviertan en sus respectivas economías no tendrán dificultades para financiar altas tasas de inversión.

Los mercados de bienes y servicios de los países desarrollados tendrán poca expansión, pero el comercio entre estos y los países en desarrollo continuará aumentando a partir de la exportación de servicios tecnológicos intensivos en conocimiento, desde los países avanzados, e importación de manufacturas y servicios intensivos en mano de obra, procedente de los países en desarrollo. Se intensificará la prestación de servicios financieros y de mercado de capitales desde las economías financieramente más sofisticadas hacia las economías emergentes, en particular hacia aquellas que se mantengan financieramente abiertas y consigan estabilidad monetaria y seguridad jurídica.

En mi próxima nota voy a tratar de responder a la siguiente pregunta ¿Cómo se prepara Argentina para esta próxima etapa de la economía global?


Segunda nota:


Durante los últimos ocho años de la década que está finalizando, el proceso de globalización significó para la Argentina una muy fuerte demanda para sus productos de exportación, lo que permitió que su economía se pudiera recuperar de la fuerte recesión del período 1998-2002. Esta recuperación no habría sido posible si Argentina no hubiera llegado muy bien preparada por el lado de su capacidad productiva.

La inversión elevada y eficiente de los años 90 permitió un fuerte aumento de la productividad tanto en la agricultura como en las actividades de la industria manufacturera. Las inversiones en energía, transportes y comunicaciones removieron los cuellos de botella que hacia fines de los 80s habían restringido grandemente la producción y deteriorado los niveles de productividad.

Las inversiones en agricultura y en las industrias proveedoras de insumos y elaboradoras de sus productos permitieron la introducción de cambios tecnológicos que produjeron un importante aumento de los rendimientos y de la producción primaria y agroindustrial.


También en las industrias pesada y manufacturera, incluida la industria automotriz, se realizaron durante la década de los 90s inversiones modernizadoras que crearon la capacidad productiva que permitió atender la fuerte expansión de la demanda externa e interna de los últimos ocho años.

El elevado endeudamiento de empresas, familias y gobiernos locales que llevó a la crisis financiera de 2001 y la pesificación seguida de fuerte devaluación monetaria de 2002, si bien llevaron a que la economía argentina se quedara sin crédito a lo largo de la década, por varios años no constituyó en un factor inhibidor del aprovechamiento de la favorables condiciones externas. La falta de crédito fue reemplazada por la generación de ingresos internos en las actividades beneficiadas por el mejoramiento de los términos del intercambio externo y por el rezago con que los salarios y los precios de muchos insumos terminaron acompañando el aumento de los precios de venta de los productos. Pero este fenómeno está totalmente agotado y si la Argentina no recupera pronto el crédito, este factor se transformará en un fuerte hándicap para el crecimiento futuro de su economía.

Hacia el futuro la Argentina aparece mucho peor preparada para aprovechar las buenas perspectivas de la economía global que lo que lo estuvo para aprovechar las oportunidades que se abrieron desde 2003 en adelante. Las razones de este peor posicionamiento son varias.

En primer lugar ya se han agotado las reservas de capacidad productiva que se habían acumulado durante la década de los 90s. La falta de inversión, sumada a la muy baja eficiencia de la poca inversión que se realizó en los sectores de la energía está llevando a escasez de combustibles básicos (gas y petróleo) y de generación eléctrica. La infraestructura de transporte y el equipamiento en material rodante también se ha deteriorado. En la agricultura y en la industria manufacturera sólo ha existido inversión de mantenimiento y de expansión marginal de la capacidad productiva, pero no ha habido un proceso de creación de nueva capacidad productiva ni de incorporación masiva de tecnologías más avanzadas. En ganadería, como en los sectores de la energía hubo una clara disminución de la capacidad productiva que llevará varios años superar, aún con fuertes incentivos como los que aportan los precios actuales de la carne.

La apertura económica que en la década de los 90s preparó a la economía argentina para aprovechar la expansión de la economía global se fue revirtiendo a lo largo de la última década. Hoy la economía argentina tiene la típica política comercial externa de los países que aún confían en la estrategia de crecimiento basada en la sustitución de importaciones y en la fuerte protección a las actividades orientadas a satisfacer la demanda interna de bienes y servicios. Predominan las restricciones cuantitativas y arancelarias a las importaciones y también se aplican fuertes gravámenes, e incluso prohibiciones, a las exportaciones. Argentina, lejos de negociar más tratados de libre comercio bilaterales, como lo han hecho Chile, Perú, Colombia y México, entre otros, ha violado los acuerdos regionales con sus vecinos del Mercosur y se ha desentendido totalmente de cualquier contribución al avance de las negociaciones comerciales multilaterales. En este sentido la actitud de nuestro país contrasta desfavorablemente con la de Brasil, país que tampoco avanzó con negociaciones bilaterales, pero que tuvo una actitud muy activa de defender los arreglos regionales y bregar por la apertura de los mercados en el plano multilateral.

La política comercial hacia China, la economía emergente que claramente liderará el proceso de expansión global en las próximas décadas, ha sido particularmente equivocada. Argentina asumió una clara actitud defensiva, imponiendo fuertes restricciones a la importación de productos chinos en los que esa economía tiene claras ventajas comparativas. Como consecuencia de ello China ha retaliado con restricciones a la importación de aceites vegetales. Nuestra política comercial externa en relación al gigante asiático ha sido opuesta a la de Chile. El país trasandino fue el primero en negociar un tratado bilateral de libre comercio con China y ha logrado que aquel gran mercado esté plenamente abierto a sus exportaciones. Muchos países están tratando de imitar la estrategia chilena en relación a la economía china. Nosotros hacemos exactamente lo opuesto.

En la economía global del futuro, el comercio entre los países emergentes será crecientemente más importante que entre ellos y el mundo desarrollado, salvo en el rubro de las nuevas tecnologías y los servicios intensivos en conocimiento. Las economías emergentes, en la competencia entre ellas, no podrán hacer valer fuertes diferencias en los niveles de remuneración al trabajo no calificado, porque casi todas ellas tienen fuertes “ejércitos de reservas” en sus sectores tradicionales o en sus respectivas economías informales. Será crucial el nivel de productividad de los factores de la producción que alcancen cada una, como complemento a las ventajas comparativas que se deriven de sus respectivos recursos naturales y del aprovechamiento que cada una de esas economías sea capaz de hacer de sus recursos humanos más calificados. Lamentablemente, en esta carrera competitiva, las políticas de la última década también están poniendo a nuestra economía en una situación muy desfavorable.

Argentina está perdiendo rápidamente competitividad, no por apreciación artificial de su moneda sino por falta de inversión modernizadora de los procesos productivos, por distorsiones en la estructura de precios relativos y por crecientes ineficiencias en los servicios de infraestructura. Muchos de los recursos humanos más capacitados, en particular aquellos jóvenes, con capacidad organizativa y generadores de nuevos negocios, buscan oportunidades en el exterior porque el clima de inseguridad jurídica y la incertidumbre sobre las reglas de juego futuras desalientan los emprendimientos que podrían llevar a cabo en el país.

La inseguridad jurídica y la incertidumbre sobre las reglas de juego del futuro tienen su manifestación más elocuente en el proceso inflacionario. En un mundo en el que la inflación ha prácticamente desaparecido, que Argentina sufra una inflación anual del 25 al 30 % aún cuando mantiene congelados y subsidiados muchos precios de bienes y servicios públicos es una suerte de preanuncio de cambios futuros en las políticas monetarias y fiscales, que, aún cuando estuvieran bien direccionados, impondrán costos económicos y sociales que los poderes corporativos tratarán de hacer soportar a los sectores menos organizados de la sociedad. Es prácticamente imposible predecir cuánto tiempo (y con qué distribución de costos y beneficios) demandará un proceso exitoso de reestablecimiento de la estabilidad monetaria y de precios.

La inseguridad jurídica y la incertidumbre sobre las reglas de juego futuro explican que Argentina haya quedado muy rezagada, en comparación con sus vecinos en materia de inversión extranjera directa y que la acumulación de ahorros de los argentinos, en la última década, se haya producido predominantemente en el exterior. Sin inversión extranjera directa y sin retorno de los ahorros argentinos que están en el exterior, será imposible financiar la inversión eficiente que demandaría un aprovechamiento eficiente de las oportunidades que ofrecerá la economía global en las próximas décadas.

La economía global seguirá en expansión, como lo estuvo durante la primera década de los 2000, pero, lamentablemente, Argentina está ahora mal preparada para insertarse con eficacia en esta economía global cuya expansión estará motorizada por las economías emergentes más que por el mundo desarrollado. En este sentido la herencia de los 2000 será mucho menos favorable al aprovechamiento de la bonanza global que lo que fue la herencia de los 90s.

7 ago 2010

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL

Kirchner contribuye a que
se consolide una alternativa

por Jorge Raventos



Desde que se conoció el sanguinario asalto que diez días atrás sufrió en La Plata la señora Carolina Piparo el país ha vivido estremecido. Embarazada y atacada a balazos al salir de un banco, la mujer lucha aún por su vida en la sala de terapia intensiva de un hospital bonaerense mientras su bebé, alumbrado de emergencia y por cesárea, terminó muriendo como producto de los sufrimientos padecidos.

La desalmada agresión se transformó en una metáfora lacerante de la atmósfera de inseguridad que golpea a la Argentina. Ante el tremendo impacto hubo reacciones saludables, como la del gobernador bonaerense Daniel Scioli, que se ocupó personalmente de la familia de las víctimas, adoptó una postura activa frente al problema y admitió que aceptará ayuda “de quien sea” para enfrentar el desafío del delito a la seguridad. El puente tendido por el gobernador fue atravesado por varios dirigentes opositores, que interpretaron ese gesto como una apertura al diálogo sobre un asunto que se ha convertido en la principal preocupación ciudadana. Después de tanto tiempo de soportar que se afirme que la inseguridad “es una sensación”, el reconocimiento de que el problema tiene existencia real y de que el poder del Estado hasta el momento se muestra impotente para abordarlo con eficacia implica al menos un primer paso en la dirección correcta: no se puede remediar un mal cuya evidencia se ignora o se niega.

De todos modos, ante el clima de pálido desasosiego fue notable el silencio presidencial. La Casa Rosada –con su actual huésped y con el anterior- parece considerar que debe tomar larga distancia de las tragedias. Se recuerda aún su comportamiento cuando ocurrió la de la discoteca Cromagnon: el matrimonio presidencial (entonces las formalidades actuales estaban invertidas) permaneció en silencio en el lejano Calafate, postergando cualquier signo piadoso hasta no verificar su posible rédito político.

Cristina de Kirchner consideró esta semana más importante concentrarse en varios párrafos irritados contra los líderes opositores que se sentaron a discutir políticas con la dirigencia del campo y a los que aceptaron una invitación del director ejecutivo del Grupo Clarín, que referirse a lo ocurrido a la desdichada señora Piparo y a su bebé. En la Casa Rosada se intuye (con alguna certeza) que la opinión pública carga la factura de la inseguridad a la cuenta del gobierno nacional y saca en conclusión que ese tema mejor no menearlo.

Con cierta lógica, el gobierno prefiere hablar de otras cosas. De la economía, por ejemplo. La Argentina creció en el primer semestre de 2010 a un ritmo de entre 8 y 9 por ciento (de acuerdo al analista que se consulte). Una performance notable.

La señora de Kirchner la atribuye a lo que llama “el modelo”, un eufemismo para hablar de la gestión K. Si el crecimiento es indiscutible, sobre las causas hay discrepancias.

En rigor, a varios de los países vecinos (que no gozan del “modelo K”) las cosas les han ido igual o mejor que a la Argentina. Chile se recupera vertiginosamente de una catastrófica cadena de terremotos merced a la pujanza productiva y exportadora de su economía; Brasil es ya una potencia de alcance mundial, líder en alimentos, energía y biocombustibles, ha incorporado al consumo a decenas de millones de personas que estaban en la indigencia y se ha convertido en una sociedad mayoritariamente de clase media; Perú es el país de mayor crecimiento per capita de la región.

Todos ellos comparten con la Argentina esta coyuntura histórica en la que los cambios globales ofrecen a nuestros países una gran oportunidad.

Nuestro país no contaba con una situación mundial tan favorable desde que concluyó esa fase incipiente de globalización que se extendió desde finales del siglo XIX hasta la crisis de 1930. Entonces el país estaba perfectamente preparado para producir y ofrecer mercancías que el mercado recibía y pagaba a buen precio. Argentina no podía dejar de progresar en esas condiciones, y lo hizo a través de administraciones de distinto signo y con distintos acentos sobre las consecuencias en el plano interno y más allá de los errores eventuales de sus gobiernos.

Después de la crisis del 30 y de los cambios mundiales que sobrevinieron (guerra, proteccionismo, guerra fría, un crecimiento de posguerra que se centró en el comercio entre países avanzados) el pais, que parecía haber tenido todo servido sufrió una pérdida grande. En principio, perdió un rol de importancia en el mundo. La nueva globalización y el papel creciente que en ella juegan las potencias emergentes como China, India y el propio Brasil, le ofrecen ahora a la Argentina una nueva oportunidad. Una vez más el mundo quiere comprar (y con precios que ascienden) lo que Argentina produce con calidad, eficiencia y en cantidades que no han encontrado un límite. Es esa circunstancia (y no el “modelo”) lo que explica el crecimiento.

El “modelo K” más bien explica los límites de ese crecimiento y sus deformaciones: la inflación creciente, la ineficiencia, el despilfarro de los subsidios cruzados y el desaliento a la inversión de las políticas tarifarias, la burocracia y la cleptocracia. Si el verdadero motor del modelo se encuentra en la existencia de cadenas de valor eficientes y globalmente competitivas como, en primer lugar, la cadena agroindustrial alimentaria, la lógica del modelo K reside en sofocar y expoliar ese motor, para derivar los resultados de su productividad y su competitividad hacia el barril sin fondo de la ineficiencia y el clientelismo, obstruyendo el genuino proceso de acumulación y desarrollo y, así, los caminos para el progreso social y la transformación de las masas clientelizadas en trabajadores en blanco y en ciudadanos libres; con sueldos y sindicatos, no con “capangas”; con derechos propios y no retenidos por los mecanismos subyugantes de la limosna arbitraria. Forma parte de esa lógica la baja calidad institucional. Sobran ejemplos: la provincia de Santa Cruz incumple la intimación de la Corte Suprema de reponer en sus funciones al Procurador que Kirchner desplazó; organismos de inteligencia le retacean información a la comisión del Poder Legislativo que debe monitorearlos; un gobernador (el de la Capital Federal) denuncia maniobras para destituirlo impulsadas por el marido de la Presidente con la colaboración de la Policía Federal y la SIDE; en fin, es público y notorio el bicefalismo institucional: el esposo de la Presidente ejerce porciones de poder que legalmente pertenecen en exclusividad al titular del Poder Ejecutivo. Esa baja calidad institucional se traduce en reticencia de la inversión local y extranjera y en un aislamiento que perjudica las posibilidades del país.

La lógica política de ese “modelo K” es la confrontación permanente, una guerra que no se limita a la puja con rivales partidarios, sino que procura la eliminación de quienes puedan ponerle límites en la influencia sobre la sociedad o quienes se resisten al proceso rentístico, centralizador y confiscatorio que ese modelo encarna.

La mecánica de esa política tiene a Kirchner como el impulsor máximo del conflicto político y, si se quiere, el organizador de las partes de ese conflicto. Es el mismo Kirchner el que, con su afán de concentrar poder, agrupa y desagrupa sus propias fuerzas, impulsando al ruedo a aquellos en quienes ve menos posibilidades para hostigar y esmerilar a otros que se perfilan con más posibilidades y mejores cifras que él mismo como eventuales candidatos del sector.

Es él, asimismo, el que contribuye a la convergencia del campo adversario, al impulsar al conjunto de sus enemigos a la ayuda mutua para enfrentar el peligro de su estrategia destructiva.

Las reuniones que provocaron las últimas iras de la Presidente y de los voceros de Olivos–el encuentro de líderes del peronismo federal en el domicilio de Héctor Magnetto, el CEO de Clarín y la reunión de dirigentes opositores con el ruralismo- son manifestaciones de esa tendencia. Kirchner lo hizo. El modelo K pone en la misma vereda a las fuerzas de la producción competitiva, al peronismo disidente, al resto de la oposición, a los medios acosados por la presión estatal.

El mundo se hace cargo de darle a la Argentina una oportunidad de crecimiento sostenido y prolongado. Kirchner se ocupa de agrupar a la oposición. Sólo hace falta que la alternativa exponga su programa y se corporice.

6 ago 2010

KIRCHNER: CAPITALISMO DE AMIGOS Y PARTIDO DEL ESTADO

por Pascual Albanese

El impacto político provocado por el encuentro público y la subsiguiente declaración conjunta entre las cúpulas de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Unión Industrial Argentina (UIA) y por la comida en el domicilio de Héctor Magnetto que congregó a los principales dirigentes del Peronismo Federal y a Mauricio Macri puso de manifiesto un hecho incontrastable: el conflicto de fondo en la Argentina de hoy es el resultado de la estrategia de concentración de poder político y económico impulsada por Néstor Kirchner, que cabe resumir en la conjunción entre el “capitalismo de amigos” y el “Partido del Estado”.

La consecuencia de esa estrategia, fundada en la confrontación permanente, es la aparición de una fuerte tendencia hacia la convergencia de un amplio y heterogéneo espectro de fuerzas sociales y políticas que, forzadas por la agresión sistemática a la que se ven sometidas desde el gobierno, buscan aunar esfuerzos para impulsar una alternativa de poder al “kirchnerismo”.

LA “KIRCHNO-BURGUESÍA" Y EL PARTIDO DEL ESTADO

La edificación de ese “capitalismo de amigos” reconoce seis principales fuentes de acumulación, que determinan un sistema de distribución de beneficios hacia empresas “propias” y grupos empresarios asociados o aliados. En cada uno de esos seis rubros, existen distintas actividades o sub-rubros y diferentes grupos empresarios involucrados:

1°) OBRAS PÚBLICAS. Adjudicación de obras de infraestructura a empresas constructoras como Electroingeniería y Lázaro Baéz. Asociación en las licitaciones públicas con los grupos empresarios del sector de la construcción, pertenecientes a la antigua “Patria Contratista”, que controlan la Cámara Argentina de la Construcción.
2°) SERVICIOS PÚBLICOS. Intento, ahora frustrado, de copamiento de Telecom, a través del grupo Werthein, para ganar terreno en el mercado de las comunicaciones. Adquisición del paquete accionario de empresas de energía eléctrica (Electroingeniería, grupo Mindlin). Negocios vinculados con la aeronavegación comercial, conectados con la estatización de Aerolíneas Argentinas.
3°) ACTIVIDADES ECONÓMICAS FUERTEMENTE REGULADAS POR EL ESTADO: Adquisición de parte del paquete accionario de YPF por el grupo Eskenazi. Avance del grupo empresario liderado por Cristóbal López en el sector de los juegos de azar. Ley de Medios Audiovisuales de Comunicación, ofensiva contra el grupo Clarín y política orientada hacia la creación de una red de multimedios oficialistas amparada por el Estado.
4°) SUBSIDIOS A SECTORES EMPRESARIOS. Sistema de subsidios al sector del transporte vial, ferroviario, aéreo y subterráneo administrado originariamente por Ricardo Jaime. Utilización del sistema de subsidios de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA). Empleo políticamente selectivo de los fondos acumulados por la ANSES, derivados de la estatización de las AFJP.
5°) MECANISMOS DE FINANCIAMIENTO DEL ESTADO: Negocios vinculados con la renegociación de la deuda pública, con la participación de entidades bancarias nacionales y extranjeras. Resurrección de los instrumentos de financiación estatal a través del sistema bancario argentino, similares a los de la época de la “Patria Financiera”, implementados a través de algunos bancos nacionales, que actualmente controlan la Asociación de Bancos de la Argentina (ADEBA), presidida por Jorge Brito, dueño del Banco Macro.
6°) NEGOCIOS DE ESTADO A ESTADO: Beneficios a empresas “amigas” en los acuerdos comerciales con Venezuela y en la adjudicación de obras públicas y compras estatales realizadas por el régimen de Hugo Chávez, en combinación con la “embajada paralela” inaugurada por Claudio Uberti. Circuito de triangulación de bonos argentinos adquiridos por el Estado venezolano.

Este aceitado sistema de negocios del “capitalismo de amigos”, cuya variedad y complejidad no se agota en los ejemplos mencionados, excede largamente la caracterización de corrupción individual. Es un fenómeno sistémico, que permitió la aparición de una “kirchno-burguesía”, de características análogas a la “boli-burguesía” venezolana prohijada por Chávez.

Este núcleo de poder empresario constituye la base de sustentación económica de un sistema de poder político férreamente concentrado, fundado en el predominio del “Partido del Estado”, que utiliza el arma presupuestaria como herramienta para el sometimiento de gobernadores e intendentes al gobierno central.

La condición de viabilidad para el desarrollo de esta estrategia de concentración de poder empresario fue y es la apropiación y redistribución, realizada desde el Estado, del formidable excedente de divisas generado durante la fase de acelerada expansión económica de los últimos años, derivada de un contexto internacional extraordinariamente favorable para la Argentina, signado por el ascenso de los países emergentes, encabezados por China y la India, con el consiguiente aumento de la demanda mundial de alimentos. Los cuantiosos fondos acumulados por las retenciones a las exportaciones representaron la principal fuente para la financiación pública de los negocios particulares de ese “capitalismo de amigos”.

Pero ese mismo fenómeno económico y político tiene una contrapartida que puede convertirse en antídoto. Por primera vez en la historia argentina, irrumpe en el escenario una nueva burguesía nacional, que ya no es el fruto del proteccionismo estatal, sino de un largo proceso de reconversión empresaria, acumulación financiera y apertura cultural, iniciado en la década del 90, y que por impulso del cambio en las condiciones mundiales adquiere hoy el carácter de sector económico internacionalmente competitivo, capaz de participar en los juegos de poder del mundo globalizado.

UNA NUEVA BURGUESÍA NACIONAL, INTERNACIONALMENTE COMPETITIVA

La columna vertebral de esta nueva burguesía nacional es la cadena agroalimentaria, cuyo primer eslabón es la producción agropecuaria, que constituye el sector tecnológicamente más avanzado e internacionalmente más competitivo de la economía argentina, que en muchos rubros disputa por el primer puesto a escala mundial. Resulta entonces natural que haya sido el sector agropecuario, nucleado en la Mesa de Enlace, el protagonista de la derrota estratégica que sufrió el “kirchnerismo” en el 2008, que inició su ocaso político, profundizado por la derrota electoral de junio de 2009.

Pero este fenómeno de maduración excede a la cadena agroalimentaria y también al aún más vasto y diversificado conglomerado de la agroindustria. Incluye a una ancha franja empresaria que, a partir de la década del 90, ante el agotamiento del modelo prebendario, que terminó con la hiperinflación de 1989, produjo un proceso de reconversión acorde con el nuevo escenario mundial.

Hasta el colapso de diciembre de 2001, el máximo punto de concentración del poder económico en la Argentina residió en el Consejo Empresario Argentino (CEA), en el que predominaban los actores trasnacionales. A partir de entonces, ese papel pasó a ser desempeñado por la AEA. Resulta emblemático que el primer titular de la AEA haya sido Luis Pagani, de ARCOR, una empresa agroalimentaria de capital nacional nacida en Córdoba, erigida en una de las principales exportadoras mundiales de golosinas.

Un simple cotejo entre la vieja lista de socios del CEA y la actual nómina de integrantes de la AEA, a la que el gobierno intentó infructuosamente de vaciar de representación, alcanza para visualizar los deslizamientos de poder dentro del mundo empresario ocurridos en los últimos años. Esa revisión verifica el nacimiento de un nuevo empresariado, que no lucra con los subsidios estatales sino que funda sus ganancias de en su nivel de productividad y empieza a luchar para que el fruto de su esfuerzo no sea expropiado para financiar la prosperidad ficticia de un capitalismo prebendario.

Los resultados de estos cambios estructurales están a la vista. La alternativa de poder que emerge frente a la conjunción entre “capitalismo de amigos” y “Partido del Estado”, expresada por el “kirchnerismo”, es el camino hacia la constitución un nuevo bloque histórico, basado en la convergencia entre esta nueva burguesía nacional en ascenso, expresada institucionalmente en entidades como AEA y la Mesa de Enlace, y un poder político capaz de asegurar la gobernabilidad, para impulsar la inserción productiva de la Argentina en este nuevo escenario de la economía mundial.

Una aparente paradoja que surge de esta fortaleza relativa de la Argentina, resultado del nuevo escenario que aparece tras la superación de la crisis financiera internacional, es que las dos grandes fuerzas en pugna aparecen fortalecidas. El “”kirchnerismo” intenta extraer ventajas políticas de la bonanza económica. Los sectores empresarios en ascenso, que convergen con la oposición política, han ganado en capacidad económica y en voluntad de poder. El resultado previsible de ese doble fortalecimiento es una escalada de conflictividad, cuyas consecuencias se harán sentir en los próximos meses.

CONTENIDO

PANORAMA POLÍTICO SEMANAL
por Jorge Raventos
(click en la etiqueta para panoramas anteriores)

ANESTESIA SIN CIRUGÍA
por Diana Ferraro

PRODUCCIÓN Y CONSUMO: UN DILEMA ARGENTINO
por Víctor E. Lapegna

2011: ¿Y AHORA QUÉ?
por Diana Ferraro

UNA LECTURA DE LA BATALLA DE VILLA SOLDATI
por Victor E.Lapegna

LA MALA VIDA
por Claudio Chaves

LA RESTAURACIÓN LIBERAL
por Diana Ferraro

A GRANDES MENTIRAS, GRANDES VERDADES
por Diana Ferraro

LA MUERTE DE KIRCHNER PRIVA AL GOBIERNO DE SU VIGA MAESTRA
por Jorge Raventos

LA UNIFICACIÓN DEL PERONISMO
por Diana Ferraro

RETENCIONES: NO A LA SEGMENTACIÓN
por Gabriel Vénica

EL TIEMPO DE LOS POROTOS
por Diana Ferraro

KIRCHNER: CAPITALISMO DE AMIGOS Y PARTIDO DEL ESTADO
por Pascual Albanese

EL PERONISMO LIBERAL Y MAURICIO MACRI
por Diana Ferraro


ARGENTINA EN LA ECONOMIA GLOBAL - I y II
por Domingo Cavallo


EL PERONISMO LIBERAL Y EL DERECHO DE FAMILIA
por Diana Ferraro

EL DESFILADERO
por Diana Ferraro

HUMOR
por Enrique Breccia


ANOTACIONES SOBRE LOS CAMBIOS EN EL AGRO ARGENTINO (DE ANCHORENA A GROBOCOPATEL)
por Daniel V. González

EL DISCURSO SIN CANDIDATO
por Diana Ferraro

LA SECRETARÍA DE CULTURA Y EL RETROPROGRESISMO
por Claudio Chaves

DESCENTRALIZACIÓN: LA LLAVE DE LA NUEVA ECONOMÍA
por Diana Ferraro

LA V DE LA VENGANZA
por Claudio Chaves

ALGUNOS PROBLEMAS DEL POPULISMO
por Daniel V. González

PERONISMO PORTEÑO: PROPUESTA
por Victor Eduardo Lapegna

LA REVOLUCIÓN SIN NOMBRE
por Diana Ferraro

FEDERALISMO O POPULISMO
por Claudio Chaves

ELOGIO DE LA VERDAD
por Diana Ferraro

CONDUCCIÓN, CONDUCCIÓN
por Diana Ferraro

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
por Claudio Chaves


LOS BOQUETEROS Y EL PERONISMO FEDERAL
por Diana Ferraro

QUÉ QUEDÓ DE LA VIEJA IZQUIERDA
por Claudio Chaves


EL CAPITAL POLÍTICO
por Diana Ferraro

LOS MOTORES DEL CAMBIO
CIPPEC

DINERO Y CRÉDITO
por Domingo Cavallo

RETENCIONES CERO
por Gabriel Vénica

LOS MOTORES DEL CAMBIO
Los Productores Autoconvocados

LA AGONÍA ARGENTINA
por Diana Ferraro

10 RAZONES FEDERALES PARA DECIRLE NO AL AUMENTO DE LOS IMPUESTOS
por Gabriel Vénica


EL CAPITAL DEL PUEBLO
por Diana Ferraro

EL PODER EJECUTIVO DESAFÍA LA LEGALIDAD
por el Senador Carlos Saul Menem

LA HOJA DE RUTA DEL PERONISMO LIBERAL
por Diana Ferraro

EL PERONISMO Y UN NUEVO BLOQUE HISTÓRICO
por Jorge Raventos


DOCUMENTO CONFEDERACIÓN DE AGRUPACIONES PERONISTAS PORTEÑAS

LA FUSIÓN PERONISTA-LIBERAL
por Diana Ferraro

EL LIBERALISMO Y LA CONSTRUCCIÓN DE PODER
por Jorge Raventos


CONSENSO PARA EL PROGRESO
por Domingo Cavallo

UNA REORGANIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
por Víctor Eduardo Lapegna

LA PRUEBA HISTÓRICA DE UN FRAUDE INTELECTUAL
por Domingo Cavallo


A LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO MODELO PRODUCTIVO Y DEL BIENESTAR
por Armando Caro Figueroa


LA POBREZA EN LA ARGENTINA Y COMO COMBATIRLA
por Víctor E. Lapegna


ES MEJOR SUBSIDIAR LA NUTRICIÓN
por Juan J. Llach y Sergio Britos

PRESENTACIÓN DE PERONISMO LIBRE
por Diana Ferraro


CONTACTO

Propuesta y Coordinación de Peronismo Libre:
Diana Ferraro
diana.ferraro@gmail.com

Colaboraciones:
Enviarlas a:
peronismolibre@gmail.com

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